Dividida por las peleas entre autoridades nacionales y locales, enfrascadas en atacarse mutuamente por defender sus intereses políticos, en lugar de estar trabajando por el bienestar de la ciudad y el país, la Perla del Pacífico recuerda un año más sus fiestas fundacionales (489 años) con poco que celebrar y mucho que cuestionar.

El Gobierno del presidente Daniel Noboa seguramente pisoteará a la ‘vieja clase política’ y sacará pecho de su plan de seguridad y la guerra contra la delincuencia, del empleo juvenil, le dedicará lo suyo a la corrupción y le echará ‘gasolina’ a ese tema; hablará poco pero espeso en su sesión solemne. De su parte, la administración del alcalde Aquiles Álvarez hará lo mismo en la otra sesión, la del Municipio, cuestionando la falta de apoyo ‘desde arriba’ y destacando lo hecho por la ciudad en lo social, el ordenamiento de la urbe, el salvataje a la metrovía y más... Más de lo mismo de ambos lados, como siempre.

Y en medio, los guayaquileños, los nacidos aquí y los que hicieron de esta ciudad su casa. Heridos por el olvido, pero henchidos en su pecho por la alegría y el entusiasmo propio de nuestra gente de no dejarse vencer ni por las disputas administrativas, ni por el miedo a la delincuencia, ni por la chirez. ¡Así de ‘bacanes’ son los guayaquileños, carajo!

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