Las leyes no siempre garantizan beneficios, hay muchas que en realidad terminan siendo ‘letra muerta’ y otras que con el tiempo se vuelven contraproducentes, como la jubilación patronal, que deben pagar los empresarios como retribución a un colaborador que ha trabajado más de 25 años con ellos. Su efecto no está siendo el esperado. Más allá de una ayuda tiende a ser una carga de doble vía. 

Esta ventaja, que por años ha sido catalogada por los empleados como una conquista laboral, no solo está afectando a los negocios, que independientemente de si les va bien o les va mal están obligados a pagar esta pensión vitalicia; también impacta a los trabajadores que ante la cercanía de cumplir el tope de años dentro de la empresa ven cómo sus empleadores, para sentir un alivio en estos pagos, tienden a desvincularlos con anticipación, con la dificultad adicional de no poder reinsertarse en un mercado laboral con oferta reprimida y que apunta solo a los talentos más jóvenes.

Es necesario encender el debate sobre este tema para reformar esta ayuda, conforme la actual realidad. No se trata de beneficiar a unos y afectar a otros, sino de hallar un equilibrio y de hacer que cualquier método implementado para garantizar una buena jubilación a los trabajadores realmente funcione.