Esta semana, la Corte Constitucional despenalizó el aborto en caso de violación en el Ecuador, y las opiniones a favor y en contra no se hicieron esperar. Estaba claro que varios sectores iban a estar en desacuerdo, alegando el respeto y derecho por la vida y para otros la libertad de decisión es derecho fundamental de todo ser humano.

Lo cierto es que al sector que más golpea está polémica resolución es al de la “medicina clandestina”, a esos doctores que de manera ilegal realizaban, en muchas ocasiones sin ningún tipo de asepsia y sin los permisos necesarios, intervenciones quirúrgicas que aveces le costaban hasta la vida a las pacientes. Esta despenalización del aborto a quienes más beneficia es a esas niñas y jóvenes que, producto de una violación, deciden interrumpir su embarazo y que antes, cuando decidían hacerlo, usaban métodos no recomendados para su salud porque no contaban con el dinero para acudir a una de estas clínicas clandestinas.

Ninguna niña o joven está preparada para vivir la maternidad de una forma tan atroz. Y para ellas tener derecho de decidir lidiar o no con tan enorme responsabilidad sin haberlo elegido ya es un triunfo y ojalá que con esta despenalización del aborto se creen nuevas formas de ayuda a las víctimas de tan terrible aberración y, sobre todo, a erradicar la violencia.