Las elecciones presidenciales están a la vuelta de la esquina. Nos encontramos a tres semanas de elegir al binomio presidencial que gobernará durante los próximos cuatro años y que será posesionado el próximo 24 de mayo. Para variar, los problemas en este proceso electoral no se han hecho esperar, desde la no aceptación de candidaturas, las pugnas entre los organismos encargados de los comicios hasta la reimpresión de papeletas electorales.

Existe una posibilidad que disminuya la población votante para el próximo 7 de febrero debido a la pandemia del coronavirus que hará pensar a más de uno salir de su casa para votar con el temor de encontrarse en los recintos electorales con aglomeraciones de personas y que preferirán pagar las multas impuestas por el Consejo Nacional Electoral.

Sin importar cuáles han sido los traspiés por los que han pasado los candidatos o los cambios en el proceso electoral, hay algo que está muy claro, que quien llegue al poder tiene la dificilísima tarea de sacar a flote un país que está inmerso en una terrible crisis económica causada por el COVID-19 y la corrupción enquistada en la maquinaria estatal.

Por eso es importante que los ciudadanos decidan con responsabilidad, esperando que hayan encontrado en los debates -que fueron más exposiciones de ideas y, en algunos casos, solo “humo”- razones de peso para elegir al más idóneo.