Cuando el verano es muy cerrado, los pastos y más tipo de plantas se ven deprimidas, señal de que al menor intento habrá incendios forestales que ocurren por el descuido de personas que arrojan brasa y fuego sobre las plantas calcinadas por el calor ambiental, o porque torpes piromaníacos echan a propósito, sobre la vegetación extremadamente seca, colillas de cigarrillos u otros desechos con fuego. Y los incendios cobran una magnitud atroz, cuya extensión resulta difícil de extinguir para los bomberos.

Lo que sucede en Chile es espeluznante, pues el fuego arrasa miles de zonas y amenaza extenderse a las viviendas del sector.

Las autoridades chilenas sostienen que el fuego lo iniciaron manos criminales y han detenido a varios sospechosos de ser los autores de la tragedia. En las luchas contra el fuego en ese país se han empleado implementos de vanguardia, inclusive con la utilización de un enorme avión tanque que ha cumplido su función; pero las llamas no solo resisten, sino que se extienden provocando un pánico auténtico en la población cercana al flagelo.