El descalabro social de valores que existe en la sociedad está pasando factura al país no solo por la violencia extrema que se registra todos los días por la creciente ola de grupos delictivos que se pelean el poder por el territorio para la venta de drogas o las extorsiones, que tienen en vilo a todos en Ecuador, sino también por la forma en que se falta el respeto a quienes buscan imponer el orden en el tránsito de las ciudades.

Los más recientes casos de Guayaquil, donde un ciudadano insultó, desafió y finalmente se fue de puñete con dos agentes de la Agencia de Tránsito y Movilidad (ATM), y en Quito, donde un uniformado de la Agencia Metropolitana de Tránsito (AMT) fue llevado sobre un capó por un taxista abusivo, son las muestras de estos excesos.

Del lado de la ciudadanía es inentendible que se quejan exigiendo a los organismos de control de tránsito que se tomen medidas para que los conductores, ciclistas y peatones respeten las leyes, pero cuando estos actúan y buscan cumplir con su trabajo, de inmediato los tildan de ‘abusivos’ y de no entender que alguien se estacionó en una zona prohibida “solo un ratito nada más”, o que “no hacía nada malo”, cuando se está esperando a alguien (¡media hora!) haciendo doble fila. ¡Basta de justificar el irrespeto a la autoridad! Así no avanzamos a ningún lado.