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Opinión

Al finalizar las fiestas julianas

No hay guayaco que irrespete a la ciudad. Y que no se comprometa a sentirla y recrearla día a día. Él conoce que a ella se la construye cotidianamente. Lo aprendió porque en este lugar hace su vida en todo momento. Por eso, cada uno de ellos sabe que el mes de julio es el de la guayaquileñidad. Y entiende muy bien qué significa esto. Entiende que esta no es una consigna, un eslogan localista. Conoce y ha experimentado que ello se refiere a ese conjunto de factores ideológicos, políticos, culturales y, sobre todo, cívicos que crean y tejen sus integrantes. Reconoce, además, que es obra de todos y no de un grupo privilegiado de vecinos.

Por eso se siente la entrega, tesón y perseverancia de todos quienes hacen la ciudad con su esfuerzo cotidiano, para que Guayaquil sea el mejor lugar para vivir con libertad, emprendimiento y progreso.

En este penúltimo día juliano los guayaquileños, de nacimiento y corazón, se entregan con alma, pasión y vida a celebrar un aniversario más de su nacimiento español.

Pero saben que más allá de las festividades está el compromiso para hacer que Guayaquil sea lo que hasta aquí es: La urbe de todos los que se comprometen no solo a habitarla, sino a trabajar por su desarrollo, progreso y bienestar.