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Opinión

Guayaquil, ciudad del buen vivir

Es Indudable que cuando una población crece aumentan sus necesidades en servicios básicos y de todo orden. Es lo que ha venido ocurriendo con Guayaquil desde los años 50 del siglo pasado. Su explosión demográfica no cesa por la constante migración de gente que viene del campo a buscar lo que su hábitat no le brinda: Un buen vivir. Es lastimero contemplar la pobreza en la sucesión de pueblos costeros levantados a la orilla de las carreteras, donde los políticos –con excepciones- solo llegan en épocas electorales, dejan pintarrajeados sus nombres y números de listas en cuanto muro pueden y, una vez en el ansiado puesto, se olvidan de quienes lo llevaron ahí.

Mientras, nuestra urbe se ve forzada a caminar al ritmo del incremento poblacional, sin descuidar, gracias a la planificación de su alcalde, el Ab. Jaime Nebot, la atención a los diversos problemas que se presentan a diario. Luego de la aldea en que se convirtió hace más de 20 años, su rostro muta de modo constante, imparable, marcando una ruta hacia el progreso. Ahora, es una metrópoli ordenada, limpia, atractiva para el turismo, Según cifras del INEC, ha bajado la pobreza de 22.5% a 9.7%.

Es la que más ha reducido la pobreza extrema del 5.3% al 1.3% y la más equitativa del Ecuador con un índice de GINI del 0.37%. Solo en este mes recibirá 423 obras.

Sin duda, como dice su Alcalde, es “la ciudad del buen vivir”.