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Estos son los trabajadores del hospital detenidos por su presunta complicidad en el hecho.Cortesía.

'Pase nomás y mate'... La ayudita clave para crimen en hospital Abel Gilbert

Uno de los matones entró en la madrugada a la casa de salud y con complicidad de trabajadores del hospital. Policía herido necesita pintas de sangre

El ingreso de dos sicarios al hospital Abel Gilbert Pontón, ubicado en el suroeste de Guayaquil, habría sido con la complicidad de dos guardias de seguridad y un empleado de mantenimiento de esta casa asistencial. Ellos fueron detenidos horas después del ataque que acabó con la vida de Marvin Maximiliano Vergara San Martín, de 29 años.

La víctima había sobrevivido a un ataque a balas la noche del pasado martes, en las calles 23 y callejón L (suburbio). El hombre quedó herido en ese hecho violento, por el que también resultó afectada una mujer. Por esa razón fue internado en el centro médico. La motivación de ese primer ataque habría sido la lucha por territorio para el expendio de droga.

Los trabajadores de la casa de salud detenidos son Ángel Figueroa Quinde, de 25 años, Francisco Criollo Montalván, de 47, y Pedro Mascote Suárez, de 46. Una mujer también forma parte de la lista de sospechosos. El crimen se registró en el cuarto piso de la casa de salud, a las 14:30 del jueves.

Una fuente policial informó a este Diario que el ingreso de uno de los matones se registró a las 04:00 y su cómplice entró a las 14:00. Ambos vestían mandil blanco, similar a los que utilizan los médicos.

Cámaras de seguridad del hospital captaron que uno de los criminales ingresó durante la madrugada. Un empleado de mantenimiento lo hizo entrar por el área de emergencia y lo llevó hasta el interior del hospital. Los guardias encargados de dicho acceso permitieron que ingresara en una hora inusual, no lo registraron ni verificaron su identidad”, indicó el investigador. 

Afirmó que, posiblemente, los aprehendidos son parte de una organización criminal y que uno de ellos, durante su versión, manifestó que fue contactado a través de una tercera persona y que sabían que los hombres que entraron estaban armados. Los hicieron ingresar con anticipación. Solo uno entró a la habitación donde estaba el herido. El otro se quedó en las escaleras, de campanero”, manifestó el agente.

Vergara registraba dos procesos judiciales por tráfico de droga (2016-2019).

Con respecto a las dos armas con las que las cámaras de vigilancia captaron a uno de los criminales durante su huida, afirmó que una de las pistolas era del asesino y la otra del cabo segundo de la Policía, quien recibió un tiro en el abdomen al intentar repeler el ataque contra Vergara. El gendarme custodiaba a otro paciente y al oír los disparos intervino contra los sicarios.

BUSCABAN DONANTES

Una familiar del policía herido indicó a EXTRA que este viernes estaba previsto que lo operen. Hasta esta mañana, ella conoció que el uniformado se encontraba intubado. Por esa razón no habían podido hablar con él.

“Me comentaron que tiene comprometido el hígado”, dijo la allegada. Ella estaba pendiente de conseguir donadores de sangre, pues a propósito de la intervención que iban a practicarle, se requerían unas 10 pintas de sangre O- para que le sean puestas de ser necesario.

“Nos indicaron que consigamos todas las pintas que pudiéramos, porque es un tipo de sangre bastante escaso”, acotó. A las 10:30 ya habían logrado obtener la mitad de pintas requeridas para el proceso quirúrgico.

El cabo, oriundo de Santo Domingo de los Tsáchilas, pertenece a las filas policiales hace 10 años y labora en Guayaquil desde hace dos, aproximadamente. Los suyos están pendientes de su recuperación.

EVALUAR RIESGOS

El doctor Francisco Andino, exministro de Salud y exgerente del hospital Teodoro Maldonado Carbo (del Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social), opinó que, ante estos hechos, los hospitales deben ser intervenidos por unidades de inteligencia que diagnostiquen las vulnerabilidades de cada uno para que estos casos puedan evitarse.

En su criterio, un punto a trabajar es que haya un sistema integral de seguridad, con vigilancia automatizada (cámaras y equipamiento).

“También debe haber capacitación al personal sanitario, no solo en autoprotección, sino en protección al paciente (...). Algunos internos tienen antecedentes, deberían tenerlos en sitios de no muy fácil acceso”, dijo.

Enfatizó que la primera medida en respuesta debe ser clasificar a los pacientes por su peligrosidad y mejorar la seguridad, como accesos con tarjetas magnéticas.

'PLOMIZA' LA AGARRÓ BAJANDO LAS ESCALERAS

Lucía, nombre protegido, cree que los dos individuos que vio corriendo mientras se dirigía a la planta baja del hospital Guayaquil pudieron haber sido los hombres que dispararon a Marvin Vergara San Martín, de 29 años, en la tarde del jueves.

Marvin Vergara estaba sobre una camilla. Tras los disparos cayó al piso, donde fue rematado.Cortesía.

“Yo estuve hasta unos cuantos minutos antes de que eso pasara arriba, porque mi hija iba a entrar a operación, pero estando allí le dijeron que no podía ser intervenida porque presentó un problema respiratorio”, contó.

Lucía, por su parte, decidió bajar un piso para ir al baño y luego le dio hambre y siguió bajando para ir a buscar algo de comida. “Mientras caminaba, escuché todo desde lejos y lo único que pude hacer fue salir más rápido”, añadió. Ella tuvo que esperar a su hija y su yerno en los exteriores de la casa de salud, ya que los pacientes, hasta más de una hora después del hecho violento, no pudieron abandonar el sitio.

Sin embargo, ella se quedó con el ‘bichito’ de haber visto a los ‘doctores’ y otro hombre con una camiseta blanca corriendo. “Vi que el de camiseta blanca tenía dos armas”.

ESCÓNDETE DONDE PUEDAS

Martha Romo, aunque estuvo en una farmacia frente al hospital, parecía que se había ‘comido toda la película’. “Vine con mi hija (al hospital), pero dijeron que debía entrar sola. Ella vino a pedir una consulta y estaba en el cuarto piso (en el que acribillaron a Vergara) y, cuando escuchamos las balas desde acá, nos escondimos en donde pudimos”.

Ella se encontraba preocupada por su hija, pues sabe lo nerviosa que se pone y solo le sugirió que se metiera al baño y que no salga de allí. “Nos comunicamos con ella, nos escribió y por ella supimos todo”. Ella la espero hasta que pudo salir del lugar.

Pero las detonaciones no solo asustaron a los que aguardaban por alguien en la entrada del hospital. Los vecinos más próximos al edificio de salud no sabían de dónde salía el ruido de las detonaciones y prefirieron cerrar puertas y ventanas.

“De aquí no salimos hasta después de un rato”, confesó Jorge, cuya vivienda está ubicada justo frente al sitio de la plomiza.