“Cuando vi en sus historias que estaba enamorada le dije que me presente al chico para conocerle, saber quién era, nunca se dio y mire lo que pasó”. Las palabras reflejaban la tristeza de Mesías Suárez, padre de Dayana (20 años), quien habría sido envenenada por su expareja, Edwin Remache, con una bebida en la cual había disuelto raticida.

El progenitor confesó que tenía un mal presentimiento sobre el pretendiente de su descendencia. Su dolor se funde con la ira. “¡Maldito, desgraciado! ¡Cómo le mata a mi hija!”, exclamó en las afueras de la Unidad de Policía Comunitaria (UPC) de San Antonio en Ambato (Tungurahua), mientras familiares hacían las diligencias para retirar el cadáver de su pariente.

Dayana fue hallada sin vida en Calpi, parroquia rural del cantón Riobamba, en la provincia de Chimborazo.

El hallazgo fue cerca de la 01:00 de 25 de octubre, luego de haber sido reportada como desaparecida el pasado fin de semana.

Ella fue vista por última vez la tarde del sábado 22 de octubre, cuando salió de su casa, ubicada en el barrio San Alfonso, de la parroquia Huachi Grande, de Ambato.

El coronel José Garcés, jefe de la Zona 3 de Policía, brindó detalles de las investigaciones. “Se conoce por versión del presunto autor confeso (su expareja) que los celos motivaron a este execrable hecho”, señaló el uniformado.

Según su declaración, el sospechoso le dio a Dayana la bebida envenenada, sin que ella supiera. Después de su muerte trasladó el cuerpo en su auto.

El jefe policial aseguró que las investigaciones continúan y de hallarse evidencia de cómplices serán también entregados a la justicia.

“Hasta el momento el joven se encuentra detenido y serán las leyes las que determinen su castigo”, acotó la autoridad del orden.

La familia pide justicia y que se investigue si existieron cómplices. Mesías cree que todo fue premeditado. “Le había dicho a un amigo: vamos a hacerle la ‘vuelta’, pero tienes que ser arrecho. Además, existen videos donde se ve que la arrastra y la lleva adentro, para matarla, me imagino. Tiene que investigarse. ¡Cómo pudo hacer eso en su casa (la de él), sin que nadie lo vea!”, afirmó.

Dayana estudiaba enfermería. “Era una chica con sueños, dedicada a sus estudios”, recuerda su padre. Su cuñada contó que Edwin alguna vez le había quitado el teléfono y no se lo devolvía.