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Delincuentes con estrategia militar operan en Tumbaco: estas son las técnicas que utilizan
Células delictivas se dedicarían a investigar, con métodos de Inteligencia, los perfiles de sus víctimas, para atacar en zonas residenciales.
¡Alerta en Tumbaco! Una organización delictiva opera en zonas residenciales bajo técnicas sofisticadas para no dejar rastros ni pistas que permitan identificar a sus integrantes, pues de acuerdo a relatos de víctimas y testigos, los delincuentes llevan guantes, capuchas o mascarillas y procuran no disparar, para no generar alarma en el entorno, pese a que algunos portarían armas con supresores de sonido.
Diario EXTRA ha realizado un seguimiento a media docena de estos hechos, acontecidos entre el 4 de diciembre de 2022 y el 3 de abril de 2023, en los que coinciden ciertas técnicas de los criminales. Esta cantidad es apenas el 26 % de casos reportados durante este lapso, en esta parroquia del nororiente de Quito, al Servicio Integrado de Seguridad ECU 911, pues según los datos oficiales hubo 23 alertas de robos a domicilios. Esta cifra revela que, en promedio, los delincuentes ‘visitan’ una casa cada cinco días.
Es por eso que la estrategia de la Policía ha sido desplegar más unidades con comandos tácticos e investigadores de Inteligencia, para que recorran las zonas que están bajo el asedio de estos delincuentes, según detalla un oficial del distrito, bajo reserva de su identidad, porque las indagaciones para descubrir cómo actúa esta banda siguen en curso, bajo sigilo.
Algo que complica la labor de los agentes es que esta organización no tendría un patrón claro en cuanto a horarios para atacar, porque de acuerdo a los análisis estadísticos, los reportes han llegado en casi todas las horas del día y de lunes a domingo. De los 23 casos de robos a casas, en solo seis se detectaron coincidencias, porque hubo dos hechos en días jueves a las 19:00, dos en viernes a las 21:00 y otros dos en sábados a las 22:00, pero en diferentes fechas.
Una pesadilla
En el último caso (ver infografía), los delincuentes atacaron poco después de las 21:00 del lunes 3 de abril, según cuenta Eduardo (identidad protegida), uno de los perjudicados. Él detalla que esa noche vivió momentos de terror. “Sacudían la puerta y como no se abrió, rompieron el vidrio para entrar (...) Parecía una pesadilla”, rememora.
Para tratar de salvaguardarse, el hombre y su familia corrieron a la planta alta del inmueble, pero fueron alcanzados por los pillos, quienes únicamente les habrían pedido dinero y joyas. “Ellos estaban bien organizados y no les tomó más de diez o quince minutos robar a todos, pero para nosotros fue una eternidad. También nos quitaron los teléfonos celulares”.
Con el residente coincide su vecina Bernarda. Ella añade que los individuos, pese al forcejeo de algunos afectados, no respondieron con mayor agresividad: solo habrían golpeado a un hombre, pero no de gravedad. Incluso, sostiene que si hubo lesionados fue porque corrieron o saltaron de sus balcones por su cuenta, a causa del temor.
Delincuencia importada
Esta forma de operar sorprende a una fuente policial, quien no concibe que estos sujetos, que contaban con logística y preparación, no se llevaran televisores, computadoras o cualquier otro objeto, pese a que habían hecho lo más difícil, someter a sus víctimas.
A este accionar le halla una explicación Nelson Yépez, experto y asesor en Seguridad. Para él, se trata de crimen organizado, con un objetivo claro: no tomar cosas que sean difíciles de transportar, porque la finalidad, sobre todo en el caso de las joyas, es sacarlas del país. “Las comercializan y buscan la impunidad”, argumenta.
Los procedimientos de este tipo -para el especialista- “son importados”, pero también se estaría utilizando “mano de obra ecuatoriana”. Sus declaraciones dan fuerza a lo relatado por una testigo de un robo ocurrido el 12 de enero, en el barrio Tola Chica, el único hecho (de los analizados) en el que se reportó una persona detenida, de nacionalidad colombiana e identificada como Fabián Varela Castro.
Según la mujer, tras la aprehensión, el extranjero habría revelado que recibía órdenes supuestamente desde Colombia, por los jefes de su agrupación. Sin embargo, esto no ha sido confirmado por los investigadores, porque el caso principal, relacionado con la delincuencia organizada, sigue bajo reserva.
Centinelas
Yépez indica que por la forma de operar hay detalles que guardan similitudes con los movimientos de militares, aunque deja claro que se diferencian los objetivos. “Esta gente lo hace con otra intención”, señala.
Con esa precisión concuerda Jaime Alcívar, un oficial retirado del Ejército, con 27 años de servicio y una guerra en su ‘currículum’, pero agrega que sí es evidente el uso de estrategia militar.
Lo aclara porque, con base al análisis, ha notado que usan equipos de avanzada. “Son centinelas, son observadores que consiguen la información y la pasan para que otro equipo tenga claro el panorama”, explica. Y tomando como referencia el último robo, ha percibido que los delincuentes hicieron algo que, en guerra, denominan “un barrido. Por eso van al menos de 4 en 4 (a cada objetivo)”, menciona.
Este tipo de preparación en las Fuerzas Armadas la reciben todos. “A los conscriptos se les da estrategias, se los lleva a disparar, se los hace entrenar, pero no quiere decir que ellos salgan y se conviertan en delincuentes. Es lo contrario, a veces ya pertenecen a bandas y entran para recibir entrenamiento, hacen un mal uso de la instrucción”.
El militar pasivo comenta que en otros casos se ha descubierto que miembros activos, o dados de baja, estén involucrados con grupos criminales.
Por eso recalca que, por la práctica de esos malos elementos, hay delincuentes que reciben formación de alto nivel. Alcívar concluye que “hay muchas cosas que se llevan a cabo en la clandestinidad y no se puede descartar que las bandas tengan instructores con preparación militar”.