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Farándula
Raúl Adatti: ¡La magia está en jugar!
Raúl Adatti quiere cambiar la apreciación que se tiene sobre el ilusionista. No es un personaje infantil, es un sabio que vende la experiencia
Los padres de Raúl Adatti pensaron que la ‘fiebre’ de la magia se le quitaría con el tiempo. Así como se le pasó “la moda de los tazos”. No fue así.
Han transcurrido más de 15 años desde la primera vez que el ilusionista tomó una moneda y la hizo desaparecer entre sus dedos. No se cansa de esos juegos. Prefiere llamarlos así, porque truco “implica engaño” y él no hace eso al público. “Los sorprendo”, enfatiza.
Raúl no lleva sombrero, tampoco varita. Luce una chaqueta con flores rojas y mancuernas de calavera. Es alto, cabello castaño, barba bien cuidada y ojos profundos. Una ‘pinta’ que va bien con ese oficio tan antiguo que se remonta al siglo V.
Y, aunque la magia ha evolucionado - y él no sea tan celoso con el secreto- sigue enganchando a quien lo mira con teatralidad, talento y un rapidísimo juego de manos, barajas, monedas... Es capaz de hacer un show con lo que sea.
“Cada quien se divierte a su manera. Para mí, la magia es jugar, es una experiencia. La gente termina creyendo porque así lo decide”.
Romper mitos
Adatti dice que el mago no se reduce a un personaje para niños. Antes los hechiceros dirigían a los pueblos, llamaban a la lluvia, eran fuente de sabiduría. Hoy se sienten relegados. La última rueda del coche del mundo artístico. Pero no es así.
Ser mago requiere preparación. Adatti, por ejemplo, ha estudiado por años para entender cada uno de los movimientos. Hoy tiene cientos de juegos y su show es apreciado en Francia, Suiza, España, Brasil, Colombia y hasta en la ‘Yoni’.
Su reto: no dejar de crear. Ese arte que lo conquistó en la adolescencia y le permitió subsistir, aun cuando la pandemia apagó las luces de los teatros, es el que alimenta la ‘chispa’ de Adatti, que brilla desde donde sea.
La magia infantil es solo una rama
El mago Kabu asegura que la magia es infinita. Existen ilusionistas especializados en distintas áreas y el mago infantil es solo una rama. Lleva 30 años en la profesión y lo más importante para él es cuidar el secreto, sobre todo en el escenario. “Quien se deja descubrir sobre las tablas es por falta de talento. Abajo en una conversación uno puede contar cómo se hace”, afirma.
Superar al maestro es un orgullo
Isaac Yépez fue maestro de Adatti. Dice que no hay más orgullo para un profesor que el ser superado por su alumno. Su experiencia es de más de 40 años y considera que los trucos son solo los elementos con los que se hace la magia, pero que el talento está realmente en el ADN del ilusionista, en su genética, en las manos con las que hace los juegos.