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Farándula
Marián Sabaté: ¡La mimada del cabaré!
La presentadora de TV no tuvo reparos en desfilar por la tarima, tomarse fotos y regalar un ‘pico’ en un night club de Quito.
Marián Sabaté desfila sin vergüenza por la pasarela de un cabaré del norte de Quito. El traje de plumas en tono esmeralda y una corona a juego llaman la atención. Parece una diosa.
Alrededor, las trabajadoras sexuales la miran. “Es linda”, comentan y ella sonríe. Es incapaz de negarse a una foto, a un abrazo. “Yo no soy quién para juzgar el trabajo que tienen”, comenta.
Es una noche especial. Se elegirá a la reina de las sexoservidoras. Hay ocho candidatas y la presentadora de TV llegó desde Guayaquil para animar el evento.
Hace más de cuatro años que no pisaba la capital. La altura le sienta fatal, confiesa. Pero no se le nota. Luce regia. La maquilló Shantal, una de las trabajadoras sexuales.
“En otros lugares del mundo esto es normal. No entiendo porqué aquí la gente se escandaliza. En Las Vegas (Estados Unidos), los ecuatorianos aplauden el show, pero aquí lo critican”, detalla.
Se ha sentido a gusto con el recibimiento: sushi y champaña. “Creo que me quedaré a vivir aquí. Esta cama de mil plazas me encanta”, bromea. “El respeto que los hombres tienen con las chicas me agrada”.
Ya en el escenario, Sabaté aclara que no es parte del ‘menú’ de esa casa de citas, pero está dispuesta hasta a rifar un ‘pico’ a quien le regale un botella. Uno se anima, pero es chiro. Así que baja del escenario decepcionado.
Mientras tanto, en la pasarela, las candidatas modelan. Por primera vez, los vestidos les cubren hasta los talones. En el intermedio Belén, la Roja, Alvarado, quien también anima la gala, baila para el público.
Y llega la hora. Las votaciones por Telegram se cierran. La corona es para Tamara, la chica del vestido rojo. Abraza a Marián y por unos minutos posa para las fotos. Luego, debe volver con los clientes.
El beso
Alguien llama a la puerta de la suite. Es Richard, un fan de la presentadora de TV. La ama desde hace 6 años. Quiere una foto con ella. De pronto, se anima. “No me alcanza para la botella ni contando todas mis monedas, pero yo quería el ‘pico’”, confiesa. Ella se lo da.
Richard sale feliz, atontado... Adentro, Sabaté guarda la corona que llevaba en la cabeza. Aun sin ella, sabe que siempre será la reina.
Un trabajo exhaustivo
Sergio Cadena, entrenador de pasarela, tuvo una semana para preparar a las sexoservidoras para la gala final. “No solo les enseñé a caminar, también les asesoré sobre los trajes. Algunas los compraron, otras los alquilaron”, cuenta.