Toda situación cómica tiene una víctima”, nos dice de entrada el humorista dominicano Julio Sabala en su visita a EXTRA. Si algo nos ha hecho reír, de seguro alguien se ha caído, o ha sido engañado o ridiculizado. Quizá porque la risa es nuestro recurso natural para enfrentar lo jodida que puede ser la vida a veces.

Pero justamente el humor está en entredicho en estos tiempos de sensibilidad extrema, pues parece que todo lo que decimos puede ofender a alguien y ser usado en nuestra contra. Un chiste malinterpretado o un sarcasmo impertinente puede hacer que quien lo dijo (o publicó) se quede sin trabajo, sea ‘cancelado’ o sufra un linchamiento social desproporcionado. Casos hay por montones.

¿Qué deben hacer los humoristas entonces? ¿Aceptar las nuevas reglas imperantes, o más bien ‘hurgar en la herida’ e insistir en esos temas siempre en debate?

Sabala considera que quienes se dedican al humor tienen el compromiso, como los buenos cocineros, de que no se les vaya la mano con la sal ni con la pimienta. “Todo lo que se pueda denominar arte, jamás nace de un sentimiento negativo, ni ánimo destructivo. Yo lo que busco es el lado humorístico de los artistas”, aclara el dominicano.

Él compara lo que se vive actualmente con lo que ocurrió en España cuando retornó a la democracia tras la muerte del general Francisco Franco, en la década de los setenta. “Por ejemplo, durante el represivo régimen franquista, las revistas porno llegaban a escondidas de Francia y otros países donde había más libertades. Cuando se impuso la democracia, los quioscos se atascaron de publicaciones y videos XXX, en lo que se conoce como ‘El Destape’ español”, porque la gente estaba ávida de ese contenido por años prohibido. “Pero fue un pico, eso ya bajó”.

Con esa experiencia, Sabala advierte que hay que tener cuidado para evitar que un derecho adquirido se convierta en un privilegio tirano. “Las mujeres han sido un grupo históricamente vilipendiado y lastimado. Pues ahora, a lo mejor el feminismo a ultranza lo lleva a un extremo que lo convierte todo en un disparate, en el que se redefine de mala manera la relación hombre-mujer”.

Y ahí precisamente radica la importancia del humor. Por eso el show que traerá a Ecuador se llama ‘Lo de ayer y lo de hoy’, en el cual, con el pretexto de abordar el choque entre la música urbana actual y los grandes clásicos de la balada romántica, se abordan temas más ‘serios’, como los cambios de modas y costumbres, la lucha de géneros y los nuevos paradigmas. “Analizo cómo la generación de hierro se va lentamente, para dar paso a una generación de cristal, término que no necesariamente se asocia con la fragilidad, sino con la transparencia”.

El Imitador Inimitable, como se lo conoce internacionalmente, comparte su humor y sus enseñanzas con el público ecuatoriano.

Sabala no se ha quedado estancado en el tiempo. En su repertorio, que tiene a cantantes como Juan Luis Guerra, Roberto Carlos o Julio Iglesias, ha incluido otros artistas de la nueva generación, como Farruko, Bad Bunny, Camilo Echeverry y Romeo Santos.

“Voy por el personaje 60 ya”, nos precisa el imitador dominicano, quien en esta etapa más reciente he incluido diez nuevos nombres, que estrenará en el show que traerá a Ecuador.

“No se puede obviar la realidad y el hecho de que artistas como Bad Bunny, con todas sus limitaciones (como cantante) y sus formas extrañas, ha conectado con la gente, para lo cual hay motivos que se pueden explicar sociológicamente”.

El siempre controversial Farruko es otro de los elegidos. “Lo incluí porque después de que les cantó a las masas ‘Pepa y agua pa´ la seca; to´ el mundo en pastilla en la discoteca’, él mismo se dio cuenta de que no podía pasar a la historia por incitar a su generación a tomar éxtasis. Y tuvo un giro que impacta, porque la parte religiosa espiritual tiene una magia que transforma. Al igual que Daddy Yankee. Eso hace que estos personajes cobren otra dimensión”.

Eso convierte su show en un evento para toda la familia, desde adolescentes reguetoneros hasta adultos amantes de la balada de toda la vida.

Julio Sabala se presentará en cinco ciudades del país:

* En Guayaquil, el viernes 28 y sábado 29 de junio, en el Teatro Centro de Arte.

* En Quito, el miércoles 3 de julio, en el Teatro San Gabriel.

* En Cuenca, el viernes 5 y sábado 6 de julio, en el Teatro Carlos Cueva Tamariz.

* En Ambato, el jueves 6 de julio, en el Teatro Sagrada Familia.

En algún momento se llegó a criticar a Sabala con el argumento de que él se burla de los artistas que imita. Nada más lejos de la realidad, porque el hecho de que él elija a determinado artista es ya una especie de tributo y reconocimiento a su carrera.

“Y el que no está, extraña estarlo”, afirma el dominicano. “Camilo Sesto alguna vez me dijo: ‘Con todos puedes, menos conmigo’ (lo dice imitando el acento español del artista, ya fallecido). A Ricky Martin una vez me lo topé en un aeropuerto y me hizo señas preguntándome cuándo lo iba a imitar a él”.

Y uno de los más ‘frustrados’ por no haber sido imitado por Sabala es Ricardo Montaner, quien le hizo tremenda ‘lamparota’ al dominicano en un concierto.

“Estaba en el Auditorio Nacional de México como público en un show de Ricardo Montaner, en primera fila porque él me había invitado. El lugar estaba repleto, con un aforo de 12.000 personas. Y en un momento de su show, él se arrodilla y dice: ‘Dios mío, llevo una carrera de tantos años, he vendido millones de discos, he sido bendecido por el éxito, pero Dios, dime qué debo hacer para que me imite Julio Sabala’”.

En agosto de este año, Julio Sabala cumplirá seis décadas de vida, aunque la verdad conserva pinta de ‘polluelo’. ¿Cuál es su secreto?, le preguntamos. “Pues que tengo una vida sin excesos, no fumo, no bebo, no me drogo, no trasnocho, no tomo café y descanso lo correcto”, algo que también le permite mantener en óptimos niveles su voz, quizá el instrumento musical más delicado que existe.

Además de su vida disciplinada, hay un factor que considera fundamental: su herencia genética. “Mi familia es prodigiosa en cuanto a la longevidad. Mi mamita y mi papito fueron muy longevos. Mi abuelita llegó a los 104 años. Y debo darle gracias a Dios por haberme hecho de una etnia proclive al arte, al ritmo. Por ejemplo, cuando bailamos un son, los latinos tenemos una gracia que no la tiene un noruego”.

¿Quieres leer más contenido de calidad? ¡Suscríbete a Diario EXTRA!