La historia artística de Jenny Rosero empieza desde su tierna infancia, cuando dedicaba incansables horas a aprender las letras de las canciones que su mamá conseguía y que después se las tomaba como si se tratara de lecciones.

Con apenas 8 años ya se lanzaba a participar en los concursos infantiles y de aficionados, en Milagro (provincia del Guayas), mientras soñaba con ser una de las mejores cantantes de música nacional. Pero la gloria que tanto anhelaba le llegaría con otro género musical y la convertiría en la indiscutible ‘Reina de la Rocola’.

A mediados de la década del 70 y con 13 años, Jenny Rosero ganó el concurso de aficionados ‘Estrella o Estréllese’, en radio Atalaya, de Milagro. Grabó su primer disco y empezó así su carrera profesional.

“Mi mayor impulso fue mi mamá, le gustaba mucho la música nacional y me enseñó a cantar los pasillos, ella conseguía las letras para que yo las aprenda”, recuerda Jenny con emoción. A partir de sus primeras grabaciones comenzó a trabajar en caravanas de artistas, a ganar sus primeros sucres (moneda ecuatoriana en la época) y a cantar en los programas en vivo en las radios de Guayaquil. Pero la verdadera gloria tardó hasta 1980, cuando siendo una veinteañera se inclinó por la rocola.

“Empecé grabando con Prodiscos dos temas y me dijo don Efraín Calle que si ‘pegaban’, me haría el LP (discos de larga duración), con 14 canciones y ahí fue que arrancó todo. ‘Dime quién fue’, ‘Nuestro hijo’, ‘Llorarás’, ‘Compárame con ella’, ‘La Intrusa’, fueron algunas de las que comenzaron a sonar y se convirtieron en éxitos”.

El nombre de Jenny Rosero está ligado a ‘La Guayabita’, canción que tiene una historia increíble. Para empezar, su nombre real es ‘Me das pena’, y cuando salió al mercado musical pasó sin pena ni gloria, hasta 10 años después de que se convirtió en un éxito y en la canción insigne de la artista.

“Yo todavía era muy jovencita y vivía con mi mamá, mi vecino era el compositor milagreño Jaime Correa Vaca, me fui a la casa de él a ver qué canciones tenía, me enseñó varias, pero me gustó ‘Me das pena’, en su guitarra escogimos el término y la fuimos a grabar a Fediscos, pero lo curioso fue que no pasó nada, no puedo explicar por qué. Fue pegando de a poquito”.

El sobrenombre de la canción, que trata de una mujer que le canta a su ex, -agrega la artista- se lo fue poniendo el pueblo debido a su letra que dice: “Ella no me llega ni a la guayabita/ de pies a cabeza yo soy más bonita”. Además, que coronó a su intérprete como ‘La reina de la rocola’.

“Ese título que me dio el público es algo maravilloso, me motiva para seguir adelante. Me caracterizo por sacar temas inéditos, no digo que no haya grabado en mis inicios covers, sí lo hice, pero prefiero entregar canciones nuevas, incluso mis presentaciones las hago con músicos en vivo dirigidos por Pedrito Chinga”.

En pleno éxito, Jenny, que ya había tenido un compromiso anterior, se casó y tuvo tres hijos, por lo que se alejó brevemente de los escenarios para dedicarse a su familia.

“Me entregué en cuerpo y alma a mi hogar, pero nunca pensé dejar de cantar. Volví a la música cuando don Efraín Calle me fue a ver a Milagro y me propuso grabar dos canciones que no se hicieron famosas, mis hijos estaban chiquitos y no hice mucha promoción, pero lo curioso es que en mis shows hay gente que me pide esos temas, es sorprendente”.

Actualmente está soltera y con “muchos admiradores”, entre sus fieles seguidores, dice entre risas.

“La vida del artista va de la mano del apoyo de la familia, cuando mis hijos eran chicos tenía que dejarlos con mi mamá o una chica de confianza, es duro. Ya ellos son adultos y cuento con todo su apoyo”.

Con su hija Luisa Beltrán grabó el tema ‘Bendición’ y además le ha hecho coros en algunas grabaciones, pero “solo canta para ella, no se atreve a subir a la tarima”, afirma.

Así como Jenny Rosero es reconocida como una artista exitosa, también tiene fama de ser de las cantantes más caras del medio, lo que ella refuta y agrega que no tiene valores inalcanzables.

“Tengo valores con los que se puede trabajar, mis presentaciones son con músicos en vivo, no soy ni cara ni difícil, me hago valer. Siempre he tenido la sencillez y la humildad que me enseñó mi madre, ella me dijo que son dos virtudes que nunca debo perder”, declara.

Es por eso que a pesar de toda la fama, no fue hasta 1997 que fue por primera vez a un festival rocolero en Nueva York (EE. UU.), ya que decidió hacer valer su trabajo y no ir solo por un pasaje de avión.

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“Tenía la ilusión de ir para allá, pero siempre dije: ‘no voy a seguir esa línea, me voy a hacer valer’ y me decía: ‘si pido barato, nunca voy a subir’”.

Fuera de los escenarios, a la milagreña le gusta mucho bailar y tomarse unas copas de vino. Eso sí, va a una fiesta a divertirse y no a cantar, ya que solo lo hace cuando es contratada y anunciada.

“Nunca canto ni en las fiestas de mi familia, han de decir que soy idiota, pero no es eso, la forma de llevar mi carrera es así. Me gusta disfrutar la farra, bailar las cumbias tradicionales, me encanta el vino, pero no me emborracho ni tomo seguido. Cuando me reúno con mis amigas, me gusta conversar y tomar una copa de vino”.

También le gusta cocinar, su especialidad son los mariscos, no hace caldo de bolas porque nunca les puede dar la forma al ponerle el relleno.

Algunos de sus éxitos, como ‘Cita de despedida’, ‘Amor prohibido’, entre otros, actualmente los está grabando en video, que no tenían. Además de la música nacional y la rocolera, también está entrando con fuerza en la bailable popular. “Tengo proyectos para grabar más temas bailables, sin apartarme de la rocola. De ahí, todas mis canciones están en las plataformas musicales donde han tomado más impulso, siendo ‘La Guayabita’ de las más sonadas”. 

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