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Farándula

El presentador dice que a la farándula le “saca el cuerpo”.Cortesía

Emilio Pinargote: “No soy un mandarina”

El presentador dice que ha cambiado. Asegura que es 100% fiel y que en Gabriela Pyñeiro encontró a su compañera perfecta

Tiene 19 de sus 34 años en la TV. El guayaquileño Emilio Pinargote fue fundador del espacio farandulero De boca en boca, en TC, pero hoy está alejado de los chismes y dice que “eso ya fue”. En diálogo con EXTRA, el presentador habla sobre su trabajo, su vida sentimental, de sus errores y de lo fiel que es.

Casado con Gabriela Piñeyro (30 años), con quien procreó a Isabella (5) e Irina (un año y cinco meses). Además es padre de Fiorella (cumplirá 17 años en mayo), Samantha (8) y Martina (6), quienes son fruto de otras relaciones sentimentales. La última de las niñas mencionadas es hija de la presentadora Gabriela Pazmiño Yépez.

Alista el lanzamiento de una línea de trajes para hombres. No solo a la TV le dedica su tiempo. Trabaja con su hermana Carla en una empresa de seguros y estudia una maestría en Gerencia Política en la Universidad Católica.


Usted ha estado alejado de la prensa durante un buen rato...

(Risas). Es mejor, aunque siempre estoy listo, pero no tenía mucho que decir.

En su caso hay mucha tela que cortar...

(Risas). Soy un libro abierto, fui reportero y entiendo que el trabajo de un comunicador es preguntar. Antes quizá estuve muy expuesto y ahora me siento tranquilo así.

¿Ya no le interesa la farándula?

Creo que ya fue. La farándula existe porque le damos de comer nosotros. No hablan de mí, no porque haya dejado de existir, sino porque he comenzado a hacer las cosas bien.

Reconoce que a veces se portaba mal…

No sé si me portaba mal, simplemente estaba en otra etapa de mi vida, tal vez era inmaduro. Hay un cambio y la gente lo ha notado.

Su vida sentimental siempre fue muy movida, en 2017 se casó con Gabriela Piñeyro, con quien al parecer ya sentó cabeza…

Mi mujer llegó en una etapa importante. Por ella me acerqué a Dios y ese ha sido el complemento perfecto. Por primera vez me casé el eclesiástico. Muchos no creían en nuestra relación, han sido cinco años maravillosos, la gente poco a poco ha visto el proceso. Siempre he tenido el lema que mis acciones hablen más que mis palabras.

Muchas mujeres no daban ni medio dólar por usted, sin embargo, Gabriela se arriesgó...

Conversé aquello con Gabriela. Mi suegro (Rodolfo) con quien mantuve una buena relación, su abuelita (Carmita) y ella creyeron en mí. Siempre le agradecí al Tata (como llamaba al fallecido suegro) que con mi historial haya permitido que ingrese a su familia. Él decía que las decisiones de los hijos hay que apoyarlas. Yo viví una vida muy acelerada. Creo que serviré no como ejemplo, pero sí para dar testimonio. Soy un hombre imperfecto, con errores, pero Dios agarra a los casos complicados y a las ovejas perdidas para transformarlas.

¿Antes era creyente?

Antes lo era, pero no era practicante. Ahora voy a misa, los jueves no falto a la exposición del Santísimo con mi hija Isabella, confieso y comulgo. Cuando comenzamos a caminar juntos con Gabriela no fue fácil, pero aprendí a valorar lo sencillo de la vida, eso que no tiene precio.

Hay gente que no cree en su cambio y que considera que existen otros fines...

Está bien que no crean, solo pido la oportunidad de demostrar que he cambiado. No somos moneda de oro para caerle bien a todos.

Cuando las mujeres se unen o casan con hombres que han tenido una vida agitada sentimentalmente son celosas, porque temen que si no se las hacen de entrada, se las hacen de salida...

Creo que Gabriela no es celosa, no le he dado motivos; además, ella me maneja todo: mis redes sociales, eventos. Trabajamos juntos.

¿De gavilán se convirtió en paloma o mandarina, como dicen?

Puede ser. No es que sea mandado, sino que encontré una compañera, una amiga y confidente.

¿Qué tan fiel es del 1 al 10?

Diez.