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Farándula
¡Don Macizo, el ‘vecino trompo’!
El hombre, toda una leyenda, falleció, pero deja un bonito recuerdo entre los residentes. Gentileza y buen humor son virtudes que
resaltan.
A Jorge Rivadeneira lo llamaban Don Macizo. Un hombre “tan fuerte y resistente” como la madera misma en la que tallaba sus trompos.
Pese a que tuvo una larga vida, hoy sus vecinos del barrio San Roque, en el centro Histórico de Quito, lamentan su partida ocurrida el pasado martes.
Tenía 90 años, cuando una complicada enfermedad cardíaca le causó la muerte. Sin embargo, un legado de generosidad y servicio es lo que deja, según Rosita Armijos, vecina de ese barrio tradicional de la capital.
Era una quinceañera cuando se mudó a San Roque y conoció a Rivadeneira. “Siempre muy amable y dispuesto a hacer favores a sus vecis”.
No era de sorprenderse cuando Don Macizo abría su taller fuera de horario regular para donar un pedazo de madera a un estudiante despistado que olvidó comprar el material para hacer una tarea. Desde hace unos tres meses dejó de atender su local, situado en una casa esquinera en la calle Rocafuerte.
“Fue una gran persona, es muy triste saber que ya no está”, describe.
Susana Paredes, otra residente del lugar, conoció a Don Macizo desde que eran niños y cree que su estado de salud pudo ser la causa del cierre del negocio.
Recuerda que él era muy joven cuando -siguiendo los pasos de su padre- se asentó en el taller para fabricar los juguetes de madera. “Además de los trompos hacía carritos y perinolas”, menciona.
El héroe de los niños
Jaime Guaita era pequeño cuando, con veinte centavos, compraba un juguete de madera. Una de las cosas que más llamaba su atención era un trompo gigante que Rivadeneira colgaba en el ingreso a la tienda. “No hay un solo niño que no conozca el lugar. Mis hijos también compraban los trompos”, resalta.
Pese al dolor que le deja la partida de un “héroe para los niños de San Roque”, siente que la historia del artesano se debe contar con cariño.
Además de hacer bailar el trompo en la punta de una cuchara, Don Macizo inventó más de cuarenta movimientos con esa pieza de madera.
Muchos de sus vecinos lo recuerdan porque pasaba horas con el juguete. “Siempre tuvo la buena voluntad de mostrarle a los demás cómo hacía bailar al trompo. Un gran ser humano”, concluye Jaime.
Dato
Un derrumbe en la casa de al lado habría sido la causa por la que Rivadeneira cerrara su taller. Esto, sumado a su estado de salud.