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Farándula
¡Caterva, un ‘zángano’ entrador!
Mauricio Ayora es todo un personaje, su lenguaje popular, pero no vulgar, lo acerca al público
Cuando Mauricio Ayora, presentador de DespiérTC y Crónica viva de El Noticiero estelar, de TC, sale a la calle, parece estrella de cine. Apenas lo ven, sus televidentes se acercan a saludarlo o a pedirle una foto, trabajo o ayuda para su barrio. No lo dejan en paz. Los temas de crónica roja y comunidad lo han dado a conocer.
De 55 años, durante 33 ha ejercido periodismo. Ha sido parte de Canal Uno y RTS, y en TC tiene 8 años. La Bombón es su nueva compañera en el primero de los espacios noticiosos mencionados.
Para poderle llevar ‘sabor’ a las noticias de crónica roja, su jornada empieza muy temprano. A las tres de la mañana ya está levantado, revisa Internet, los portales de noticias. “A las cuatro y cuarenta llego al canal y me pongo al día sobre cualquier hecho ocurrido en la madrugada”, cuenta.
Asegura que los fines de semana y los feriados son bravos para la crónica roja. “Es como si estuviera en el mercado, porque hay de todo para llevar: robos, crímenes, drogas, sicariato…”.
Permanece en la empresa hasta las ocho y media de la mañana, se va a casa y regresa a las seis de la tarde para Crónica viva de El Noticiero estelar. Parece no andar quieto nunca.
• Por las expresiones que utiliza y su forma de actuar, muchos consideran que usted siempre es tan popular…
Lo sé, pero yo dejo que la gente crea lo que quiera. Son apreciaciones, no me hago problema. Respeto el criterio de ellos, así como espero que respeten el mío.
• Pocos saben que en su mochila siempre lleva un libro y que es amante de la lectura...
Me encanta leer. Antes mis lecturas favoritas eran los clásicos, ahora me inclino por las historias, biografías o hechos actuales. Desde que era un niño tengo el hábito porque junto a mi cama había una biblioteca, es decir, tenía los libros a la mano. En mi casa compraban también publicaciones como Duda, Selecciones, El libro leído y la enciclopedia Salvat. Algunas veces me he quedado de largo leyendo, he empezado con la luna y terminó cuando sale el sol (risas).
• ¿De dónde saca tantas palabras poco usadas?
Desde pequeño he recogido palabras, además mi abuelo Daniel Ayora siempre soltaba frases como. “Esta tracalada de marihuaneros vienen a joder acá” (Mauricio saca su teléfono celular para mostrar las palabras que tiene guardadas allí). Generalmente las recojo de la gente, es lo que habla el pueblo. En el teléfono tengo aproximadamente 300 palabras, también las tenía impresas.
•En la calle no lo dejan en paz, siempre alguien se le acerca…
La gente es cariñosa y novelera, pide autógrafos, selfis o me dice que me ponga la mascarilla y me deje de zanganadas. Respeto el lenguaje formal, pero me vi en la necesidad de comunicarme de manera más directa, hablar su lenguaje. Cuando alguien me comenta: “Caterva, ñaño, la candela me quemó la caleta”, sabe que lo entenderé y me conectaré.
• ¿Cuáles son las palabras más recurrentes en su lenguaje popular?
Los remoquetes que le lanzo a los pillos, entre ellos, gandul, bartolo, mamerto, rata de alcantarilla, barbatiesa, mamarracho, garrapata, chinche, patafría, gusano…
•Los pillos también lo tendrán bien visto...
En los centros comerciales me han cogido un par de veces. Me han pedido selfis y me han dicho: “Tranquilo, Caterva, pilas”. Entonces los miro bien y son los que recién han estado presos. No me han amenazado, no me queda más que tragar grueso.
• Y el público aprovecha el acercamiento para pedirle de todo, desde el número de teléfono hasta una cobertura.
Me cuentan los problemas que tienen en sus barrios o los de ellos, todo lo que se puedan imaginar. A veces no se puede ayudar a tantos.
• Las mujeres también se le han de ir de bola, porque muchas se deslumbran por alguien que aparece en TV…
(Risas) Nunca faltan, pero es un arma de doble filo, no se puede en esta posición andar zanganeando, pierdo ese cuerpeo, prefiero estar tranquilo, un escándalo es un problema. Dirán que soy un gallo bello.
• ¿Se cuida para evitar problemas en el trabajo, familiares e incluso por alguna enfermedad?
A los 50 y pico ya se hace conciencia, no es lo mismo que a los 20 o 30 que andas con las hormonas alborotadas. A esa edad no se perdona. Ahora es más lo que se pierde que lo que se gana.
• ¿Cuando está con amigos o parientes, lo incomoda la falta de privacidad?
Lo único que queda es camuflarse. Llevo mi gorra, gafas y ahora la mascarilla me ayuda un montón. Ahí bajo el perfil. Ahora hasta a los ladrones les ayuda para ocultarse.
• Seguramente los políticos le han puesto el ojo…
Déjenme vivir de mi trabajo, no del trabajo de los demás. Me han ofrecido, y en firme, pero es meterse en el lodo, entras limpio y sales embarrado. Por lo menos sales puteado (risas). No sirvo para el negociado o los chanchullos.
• ¿Es de muchos amigos?
Una pregunta que es dura y difícil de responder, porque los amigos se han quedado en el camino y con el pasar del tiempo. Quedarán unos cinco. Enemigos hay muchos y gratuitos.
• Usted estudió para ser profesor de religión. Si Dios lo llamara a rendirle cuentas, ¿a dónde cree que iría: al cielo, al purgatorio o al infierno?
No soy practicante, sé que el man lo domina todo. Al purgatorio iría porque no estoy totalmente limpio o purificado para ir al cielo a la presencia de Dios.
• ¿Qué tanta química tiene con su nueva compañera, La Bombón?
Hemos conversado y compartimos que la comunidad es la que se debe beneficiar con nuestra presencia en pantalla.
• Ustedes han matizado las noticias con comentarios, baile, humor…
Cuando estaba en Canal Uno, me amenazaron e, incluso, presenté una denuncia. Ahí cambié el estilo, antes investigaba y denunciaba directamente. Ese giro gustó y hasta los niños comenzaron a ver noticias, les atrajo el gallito cantando, las panderetas... Ellos también me reconocen en la calle.
• ¿Haría un trío noticioso con La Bombón y El Cholito?
No lo descartamos, he conversado con ellos para hacer algo. Dejemos que se cocine. Ahí sería el acabose, el fin del mundo. Los tres en pantalla, ahí coronamos chévere. Ya a esta altura no habría guerra de egos (risas). Además tengo otra idea, un informativo a la medianoche.
- Su vestimenta
La guayabera es la prenda de vestir que lo distingue. De niño y adolescente no le gustaban, creía que eran para viejos, admite.
“Luego cambié de opinión y me di cuenta de que es la actitud con la que se lleva la ropa lo importante. Hay que lucirla con seguridad y orgullo de ser guayaco”.
Considera que es una prenda semiformal, que las hay de diferentes tonos, con mangas cortas y largas; estas últimas son las que le gustan a él.
“A inicio de año tenía aproximadamente 70 u 80, regalé algunas. Las llevo en el trabajo o en compromisos como velorios”, relata.
Cuando sale con la familia prefiere camisetas o chaquetas jeans. “Las guayaberas las compro en diferentes lugares, no son baratas, aprovecho las liquidaciones (risas). Cuestan entre 40 y 60 dólares”.