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Farándula
Carlos Scavone: “Cada uno vive su infierno personal”
Carlos Scavone cuenta su lucha contra los ataques de ansiedad y de depresión que vivió. Lleva 16 años con vacíos en su vida
Hablar de la salud mental no es un tema que le incomode. Al contrario, siente que puede ayudar por medio de su testimonio. El actor Carlos Scavone descubrió hace mes y medio que tenía 16 años con ‘huecos’ en su vida, los cuales debe llenar para dejar atrás la depresión y los ataques de ansiedad que lo agobiaron desde la adolescencia.
Dice que existen personas que no creen que los talentos de pantalla o empresarios sufran de estos problemas, pero aclara que no se trata de tener cierta condición económica o física, simplemente sucede.
El arte es uno de sus mayores refugios y parte de su terapia consiste en bailar. Precisamente, para atendernos pone pausa a sus ensayos. Amablemente se sienta en la vereda de los exteriores del estudio del canal donde labora y comienza la entrevista con este Diario.
Usted tiene ataques de ansiedad. ¿Cómo los controla cuando sale a la pista de baile?
Los tengo, pero acudo a una psicóloga (Libia Ordóñez) que me ayuda desde hace un mes y medio. Ya no le doy mucha bola al asunto, simplemente me dicen que tengo que salir a la pista y lo transformó. Aprendí a transformar mi ansiedad en adrenalina. Me ha ayudado mucho, aunque igual cuando hago una escena por primera vez, me viene el nerviosismo.
En redes sociales, muchos alegan que los famosos no sufren de ansiedad y que todo es mentira...
No es así, los ataques de ansiedad y depresión los sufrimos todos, desde el millonario hasta el tipo que se levanta a las 05:00 y no sabe si llegará con el pan para sus hijos. No son garantías el dinero o el hecho de tener la familia perfecta, amigos o pareja; simplemente la salud mental está mal. Necesito rellenar huecos de mi vida que no sabía que tenía.
¿Huecos?
Hay quienes no me creen que sufro de ansiedad. Estuve 16 años de mi vida con huecos o vacíos que no sabía existían. Después de pasar con 10 terapeutas y psiquiatras que no sabían lo que tenía, con ella (Libia) pude rellenarlos. Mi mayor consejo es que no se queden callados, que lo hablen con amigos, profesionales, familia. Está estigmatizado el ir a un psicólogo, pero eso no es malo. Lo único que estás haciendo es aprovechar para salir de ese hueco mental y existencial.
¿Ahora ve la vida distinta?
Fui ‘emo’ (subcultura creada en torno al género musical rock) desde ‘pelado’, no sabía por qué pasaba triste. Ahora ya no tomo medicamentos para estar bien mentalmente. Ahora siento que encontré un motivo para sonreír sin llegar a casa y llorar. Estaba con el ‘síndrome del payaso’ (hacer reír a todos y por atrás llorar). La plata, la fama o el talento no te aseguran que no vayas tener estos declives mentales. Cada uno vive su infierno o problemas. Los trastornos de salud mental los podemos sufrir todos los seres humanos. Espero que alguien lea esto y sepa que todo estará bien. Sí hay un granito de esperanza y una luz al final del túnel.
¿Cuál es su refugio ahora?
Me ayudó mucho la parte de entretener al público, de hacer sentir bien al resto (...) Me sirvió la lectura y amé el libro ‘Brida’. La música también me hace bien, aunque a veces me deprime, pero soy de los que pasaron por una ruptura sentimental y escuchan temas de despecho.
GRABÓ UNA PELÍCULA, PERO QUIERE APRENDER A BAILAR
Estuvo en la primera temporada del programa ‘Soy el mejor’ y ahora ingresó a la segunda. ¿Cómo así?
Me gustó el ambiente del programa, me siento cómodo y me quedé con la ‘pica’ por evolucionar más en mi parte artística. No he dejado mis proyectos a un lado. Voy a grabar la película ‘Amor en tiempos de likes’, en Cuenca.
Con esa producción se reactiva la parte del cine...
Claro, hace mucho que no se hacía una película y es la primera vez que veo tanto movimiento en artistas de distintas ramas. Hay músicos, profesores de actuación, actores y actrices de renombre. Es un orgullo participar en esta película y espero que con esto se expanda un poco más el mercado.
Las ganas siempre están, pero continúa la pelea por los derechos de los actores...
Es un tema complejo, porque por lo general como artista quieres tener un poco de derecho por saber si tu rostro estará en publicidad, o si se gana un premio, pero como actor creo que el prestigio vale más que otra cosa. En este caso (del filme ‘Amor en tiempos de likes’), directores y productores han puesto hasta de su bolsillo para que se haga posible esto. Yo solo puse mi talento y rostro; el reconocimiento es de ellos.
Se escucha cine y se piensa en dinero...
(Risas) El artista que empieza en esta carrera sabe que no se trata de dinero, sino más de pasión. Por eso nunca hablé de contrato ni remuneración con la ‘peli’. De temas económicos no hablo.
¡UN GUAYAQUILEÑO ‘ARRECHO’!
Es músico, actor, ingeniero civil y ahora baila...
El artista tiene que ser completo, tiene que saber cantar, bailar y tocar un instrumento. Una persona debe buscar otras herramientas para llegar arriba. Hay gente con potencial, por eso debes buscar otras herramientas. La satisfacción es primordial. Es bueno saber que te preparas y llegas a cumplir una meta.
Es ingeniero. ¿No descuida esa carrera?
No me estoy dedicando cien por ciento a eso. Ahora me enfoco en remodelaciones y trabajamos con un equipo. No me demanda mucho tiempo y sigo haciendo lo que me apasiona. Me gusta el fin de terminar algo de una persona que quiso darle ese cambio a una obra. Las obras que conllevan a la satisfacción personal o que cumplen sueños son muy importantes para mi.
¿Fue ingeniero por decisión propia o por obligación?
En mi familia hay economistas, abogados, doctoras y yo salí ingeniero y actor. Mis padres nunca me presionaron. Es más, cuando comencé a hacer mi parte actoral, estaba en el sexto ciclo de carrera y tuve que pausarla para dedicarme al arte, porque había que aprovechar la oportunidad.
¿Y no le dijeron nada?
No. Dejé dos años mi ingeniería y luego la retomé, ya con ‘gancho’ actoral. Soy ingeniero, actor, músico y si mañana tengo que salir a vender pescado, lo hago, siempre feliz del mundo. Soy arriesgado porque si no, me aburro. La monotonía cansa y a mí me gusta hacer otras cosas, siempre dedicando el tiempo y la seriedad que conlleva.
Su forma de hablar y ser es muy descomplicada, como todo un guayaco.
¡Ya dice que bien guayaco!
Una semana sin encebollado es una semana perdida. Es mi cábala para bailar.
¿En qué se identifica más con la ciudad?
Soy guayaco y me identifico con su arrechera y el “ya qué chu...”, porque hay que darle vuelta a la página y seguir para adelante, aunque las cosas no salgan como planeaste. ¡Qué bacán es ser guayaquileño!