La primera vez que una cámara televisiva ponchó el rostro de la mediática Belén Alvarado fue cuando su expareja, Edder la ‘Roca’ Calderón, supuestamente le fue infiel.

Ella es muy directa y sincera, tanto que reconoce que su popularidad en el mundo de la farándula nacional se dio por ser “cachuda”...

Pero es un tema que no le avergüenza y del que, después de 8 años, está agradecida. Se le abrieron puertas laborales y las supo aprovechar para ganar su propio dinero y no depender de nadie.

Aquella infidelidad no solo fue el detonante para que su ‘fama’ llegara. A Belén, de 34 años, la acompañó su explosiva personalidad, por la cual la denominaron como la Roja.

“El cabello también ayuda a eso, pero no sé por qué soy así. Creo que es algo que nació conmigo, he luchado y sigo haciéndolo porque antes, donde fuera o con quien fuera, me ponía pico a pico. He tratado de calmar mi genio”, explica apenada mientras cruza sus manos.

LA MANDARON CON MONJAS

Pero la farándula no fue la causante de que ella se convierta en un ‘fosforito’. Desde niña tenía malas notas en conducta. Recuerda que en este tiempo la máxima calificación era 20 y en los tres trimestres era fatal. En el primero siempre sacaba 01, en el segundo trataba de dar su esfuerzo y le pagaba al 09. En el tercero llamaban a su mamá (Bertha) porque su año lectivo peligraba.

“Ya la tenía cansada. Me mandó a Manabí a un internado de monjas. No me querían porque les alzaba el hábito (vestido) y les ponía animales muertos. Mi mamita sufría mucho cuando la llamaban porque sabía que había hecho algo malo”, justifica la menor de tres hermanos.

Por otra parte, rescata el cariño y comprensión de su familia, porque ellos la apoyaban en todo momento... hasta para tomarse fotos sensuales para sus redes sociales o, desde hace dos meses, para su cuenta en la plataforma para adultos OnlyFans, por eso le hace ‘fuchi’ a los comentarios negativos.

“Aprendí a no darle importancia a las críticas. Me considero una mujer erótica, de esas que son más explícitas, que con tan solo verlas puedes llegar a un orgasmo”, menciona.

SUS FRASES...

“Pienso que mi entrada a la farándula fue un poco costosa. Soy sincera y se dio por los cachos que me puso mi ex, Edder Calderón (...) nunca me dio vergüenza lo que pasó porque somos muchas mujeres las que vivimos esto y nadie está a salvo. Me hice medio conocida, saqué a mis hijos adelante y pude dormir tranquila por muchos años, sabiendo que estaba trabajando para ellos”.

“No tengo dedos para contar todos mis escándalos. Recuerdo que hace varios años, en la llamada Zona Rosa, le pegué a una chica y la arrastré una cuadra porque se metió con mi entonces pareja y no me importó”.

“Mi popularidad llegó en el momento que pasé hambre con mis hijos. No tenía qué comer. Por desesperación y en medio de esa polémica fui y firmé contrato con un canal para un reality. En la desesperación y necesidad acepté”.

“Al inicio mis farras duraban tres días, en los que me perdía en mi mundo y de la realidad”. 

'FRENO' CON LOS INSULTOS

“Mis cambios se notan. Ahora insulto menos, trato de no meterme en problemas. No opino de nadie y evito involucrarme en la vida de terceros. Cuando alguien es inmaduro opina, habla, y aprendí eso. Así vea algo, lo callo”.

“Aunque parezca mentira, maduré en la farándula. Antes era alocada, ahora veo distinto la vida. Pienso que no todo es farra, tragos y amigos. Vivía el momento y empecé a ver que en este mundo del espectáculo no hay amistades”.

“No se los he dicho (a sus ‘panitas’ de farándula), pero cuando tienes algún problema familiar, salud o lo que sea, tú esperas que ellos te apoyen y en ese momento no hay nadie. No existen amigos en el medio de comunicación”.

“Aprendí que ningún ser humano es perfecto, pero en este mundo de las cámaras tienes que ser bonita y cuidarte mucho. He cambiado bastante mi cuerpo con cirugías, dietas y gimnasio, pero ayuda a tener más trabajo. Gracias a Dios no me volví anoréxica o entré en depresión”.

LO QUE NADIE SABE...

“He pensado en alejarme. Hay tiempos en los que nadie sabe de mí. La farándula en cierta manera me busca y caigo. Pienso que este mundo es dañino. Tiene sus ventajas, pero más sus desventajas”.

“Cuando me doy mi espacio y desaparezco llego a mi casa. Mi hogar es mi paz y es donde me olvido de la polémica, trabajo o deudas. No saben cómo me siento cuando encuentro en casa a mi madre (Bertha) y a mis dos hijos: Mateo (11) y Sebastián (19), eso es lo único que necesito”.

“Odio admitirlo, pero tengo un corazón muy grande. Soy de esas amigas de verdad, no de las que solo sirven para fiestas o ‘chupas’. Demuestro mi lealtad en todo sentido. No soy de las que se meten con las parejas de otras o que envidian. La gente no sabe que soy tierna y me hago querer siempre”.