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Rosero: “La dirigencia nos truncó jugar en el exterior”
El emperador era un volante de contención que estuvo en la Tricolor en los 80 y 90.
Era un volante defensivo, un destructor del juego contrario. En los 80 y 90 defendió a la selección de Ecuador; a nivel de clubes jugó en El Nacional, Barcelona y Deportivo Quito, en la actualidad es entrenador.
Julio César Rosero es un quiteño, de 56 años, que se enamoró de Guayaquil y se quedó viviendo en esta ciudad.
Le dicen El Emperador, por su forma de actuar en la cancha.
El volante y ahora formador ha estado en la Tricolor junto al profesor Sixto Vizuete, pero también dirigió a la selección en la categoría sub-20.
Rosero es de la época en que del tema dinero no se hablaba en la Tricolor y cuando ir a la selección era el sueño de todos los jugadores.
Luego de ser jugador activo se dedicó a estudiar varias ramas del deporte. Tiene dos masterados, además de ser entrenador titulado.
Cuando dejó el fútbol parecía que su lugar lo iba a tomar Pedro Quiñóñez, por la forma de actuar en la cancha, pero como Rosero no ha salido un jugador que ponga la pausa y la tranquilidad en el medio campo.
Ahora se dedica a su academia de fútbol, donde imparte sus conocimientos.
¿Cómo fue su debut en la selección?
Después de mi llegada a El Nacional, el primer acercamiento fue con el entrenador Luis Grimaldi, estaba en una lista que me iba a Rusia y Cuba, pero no se pudo dar debido a un problema con mi documentación. Luego con el profesor Dussan Dráskovic mi llamado fue a la selección desde la segunda convocatoria y me quedé de largo.
¿Siempre se habla del tema económico, pero cómo era en los 80 y 90 la cuestión del dinero en la Tri?
Era diferente, los directivos sabían decir que cuando un jugador regresaba de la Tricolor no rendía lo mismo como cuando se fue. Pero las ganas de llegar a la selección siempre estaban de parte de los jugadores, claro que a muchos dirigentes de clubes no les gustaba que vayan a la Tri, por defender sus intereses como equipo. Luego fueron cambiando las cosas y se le dio más importancia al ‘equipo de todos’.
En el tema económico siempre hubo premios, viáticos, eso era algo normal, como ahora.
¿Cómo tomó el llegar a la selección nacional?
Era el único quiteño y los demás venían de otras partes. En ese tiempo la mayoría de los jugadores eran de Barcelona y Emelec. Muchas selecciones vinieron de procesos de largo, desde las categorías menores.
En mi caso pasó algo raro, no tuve proceso en las menores, me sacaron de jugar en un barrio y llegué primero al América, luego se dio lo de El Nacional, en cambio mis compañeros venían jugando más tiempo, pero me adapté a ellos.
Recuerdo que en el medio campo estaban Preciado, Marín, Domínguez, veía duro llegar a la selección, pero se dio.
¿Cómo fue su debut?
Ante Argentina, el profesor Dussan Dráscovick me hizo debutar, era un sueño cumplido.
De las selecciones de los 80 y 90, ¿qué diferencia hay a la del 2020?
He tenido la oportunidad de vivirlo como jugador y luego como entrenador en el Mundial Sub-20 y en la de mayores para Sudáfrica. Veo que se ha mejorado en todo, no solo en lo futbolístico, también fuera de la cancha. Ahora nos hemos profesionalizado más. Tenemos muchos chicos jugando en el extranjero y eso habla del nivel que hay en el país.
En mi generación hubo jugadores de grandes condiciones, pero no tuvieron la oportunidad de salir al extranjero, debido a que los directivos no los dejaban irse, porque ellos eran los dueños y amos de los jugadores y no les daban la oportunidad de salir.
¿Por qué no los dejaban salir?
En su mayoría era que le ponían un precio muy elevado para que no se vayan del equipo. En mi caso tenía como objetivo llegar a la selección e irme, pero no se dio. Acá sí tuvieron esa posibilidad con Álex Aguinaga y Holger Quiñónez, ellos representaron muy bien al país.
¿No lo dejaron ir al extranjero?
Tuve la oportunidad de salir al fútbol de México, después de la Copa América de 1989 junto a Ermen Benítez, era un sueño, pero no se dio. Nos frustraron cuando queríamos ir al extranjero. Luego pasó algo similar con mi ida a Colombia, pero ocurrió algo extrafutbolístico, ya que cuando pretendía viajar se paralizó el torneo de ellos.
¿Un partido que nunca olvida?
Los dos encuentros contra el mismo equipo, ante Argentina cuando debuté y me quedé con el puesto y luego cuando nos enfrentamos a Diego Maradona.
En la Copa América de Brasil 1989 actuamos ante Uruguay de Francescoli, Sosa y Alzamendí, fue algo para la historia, ganamos 1-0. Y ante Argentina con todos los campeones del mundo de 1986, hasta fallamos en un penal. Ese equipo argentino estaba en la mira de todos.
¿Mira a la selección y qué le trae a la mente?
Muchas sensaciones, es increíble ver a un equipo que una vez defendiste y luego dirigiste. Es hermoso observar cómo este grupo de chicos que ahora juega lo hace con todas las ganas.
Siempre de volante en la Tri. ¿Algún futbolista que pueda decir que jugaba como Julio César Rosero?
Salió Pedro Quiñónez y los entendidos decían que tenía mi juego por su entrega, liderazgo y disparo de fuera del área. Hizo un buen papel en la Tricolor. Es un jugador que pone la pausa y tiene claro cómo son las jugadas en el medio campo.
Ahora veo a Jordy Alcívar en la sub-20 y que está en la de mayores. Es un gran volante de Liga de Quito, tiene carácter y me gusta cuando toma la pelota para los tiros de esquina. Seguro que será un gran jugador.
¿Ahora a qué se dedica?
Me metí a los estudios que están relacionados con el deporte, me gradué de entrenador y tecnólogo deportivo, pero también hice dos maestrías deportivas en gerencia y vídeo y análisis. Estuve en las selecciones juveniles y la de mayores e hice un proyecto con Barcelona.
Ahora estoy dedicado a mi academia de fútbol, ayer inauguré una en el kilómetro 19 de la vía Durán- Yaguachi, es una forma de trabajar por el bien de los pequeños, algo similar tenemos en Daule y Guayaquil.
¿Un cazatalentos?
Busco proyectar a los pequeños que les gusta el fútbol, aportar con mi experiencia de manera integral tanto en lo deportivo como en lo social. Algunos llegarán y queda la satisfacción que uno los fue encaminando.
¿Lo suyo fue la dirección técnica?
Es algo que siempre me agradó, desde cuando estaba en mis últimos años de jugador. Me tocó prepararme al máximo y ahora es mi pasión, lo llevo en la sangre, pero hay un detalle muy especial, me gustaría que los chicos que sueñan con llegar a ser jugadores tengan la posibilidad de estar en una cancha con mucha base, además que sean unos hombres de bien, esto último es la gran meta que tenemos como entrenadores.