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Weymar Moreno, quien lleva 20 años en el país trabajando como profesor de clubes de equitación, en una de sus clases.JIMMY NEGRETE

¡La pasión por los caballos no pasa de moda!

En escuelas de equitación como Equimas, donde acudió EXTRA, se busca masificar este deporte, que décadas atrás era uno de los más populares de Guayaquil. Desde los cuatro años se lo puede practicar.

Son las 10:30. Como todos los sábados, Weymar Moreno, bajo un intenso sol guayaco, imparte clases de equitación en Equimas, una escuela de deportes ecuestres ubicada en una hacienda de la vía a la Costa, al noroeste de Guayaquil. Tres alumnos, cada uno en un corcel, reciben sus instrucciones mientras giran alrededor de él.

Sus pupilos son: un joven de 25 años y dos adolescentes, sin embargo, en el centro de la cancha, se encuentra una niña de solo seis años realizando ejercicios de equilibrio en un pony, sujetado con una rienda por una asistente del profesor. Es decir, aquí hay de todo.

Una pequeña de seis años practica con un pony.JIMMY NEGRETE

Durante la clase, los bisoños jinetes lucen concentrados, tratando de ejercer control sobre los animales. De repente, uno de ellos realiza un movimiento brusco, por lo que una alumna, de unos 15 años de edad, pierde el equilibrio y cae a la tierra, aunque sin hacerse mayor daño.

Sus instructores la asisten con inmediatez y, al cabo de unos minutos, vuelve al ruedo. Moreno, esta vez, sujeta al caballo con una rienda mientras la chica cabalga en círculos. Esto, para que tanto ella como el equino recuperen la confianza y la serenidad. Aquí no ha pasado nada.

CUERPO Y MENTE

Moreno, colombiano que ya lleva 20 años en Ecuador trabajando como instructor en distintos clubes, dice que la hípica es un deporte tanto físico como mental, que brinda confianza y seguridad a quien lo practica.

Por eso existe la equinoterapia, dedicada mayormente a niños con capacidades especiales, que no tienen mucha movilidad en las piernas o con problemas en el dorso. Es que con el andar del caballo mejoran los movimientos en las personas, afirma el profesor.

Adultos, adolescentes y niños son alumnos de Moreno.JIMMY NEGRETE

José Miguel Cepeda, quien hasta la fecha lleva tres clases como alumno de esta institución, cuenta que le gustan los caballos desde 'pelado', ya que su abuelo siempre tuvo estos animales. A sus 25 años, el joven finalmente se decidió por practicar equitación.

"Lo hago como un deporte, pero más como un momento de relajación, desconexión, de salir de la tecnología y disfrutar de un momento que para mí, siempre me ha gustado, desde que era chico"José Miguel Cepeda, aficionado

Al montar un caballo, se recomienda utilizar botas de cuero, pero es opcional. El requisito fundamental es portar un casco, ante posibles caídas. Nada más.

Cepeda aprendió que caballo tiene tres tiempos: caminata, el trote, y el galope. "El caballo siente mucho quién lo está montando y si esa persona es capaz de dirigirlo, o si él es capaz de dirigirte a ti", revela. 

Al momento del trote, la dificultad sube: "No puedes ir sentado, tienes que ir parándote y sentándote, en una especie de movimiento en el cual te apoyas en los pies y con la presión que haces en las rodillas. Tienes que agarrar el equilibrio, porque en ese pararte-sentarte constante, no puedes jalar al caballo con las riendas para cogerte, porque estarías diciéndole que se detenga".

Alrededor de 100 personas, entre deportistas infantiles, juveniles, amateur y formativos, practican hípica en Guayaquil, según la Federación Ecuatoriana de Deportes Ecuestres (FEDE)

Estos movimientos son fundamentales para evitar dolores, como los de espalda, y lograr así que la práctica sea más llevadera. “Muchos dicen que el que trabaja es el caballo y no el jinete, pero solamente el que monta a caballo sabe qué tan buen deporte es”, sostiene Moreno, por su parte.

Para el experto, que proviene de una familia con tradición equina, la confianza es clave para practicar y enseñar esta disciplina. Por eso, cuando uno muestra miedo, como entrenador o como jinete, el animal lo va a percibir, asegura.

“Uno genera un vínculo, uno ya sabe cuál es el manso, el bravo, yo puedo trabajar con tres-cinco caballos y sé cuál patea, cuál muerde, a cuál le molesta que le muevan la pierna, entonces como ya sé eso, ya los voy ubicando en un orden y yo voy trabajando con seguridad”, explica Moreno.

Esto no quiere decir que el profesional ha estado exento de ‘sustos’, al momento de ejercer su oficio ya que, al final, uno trabaja con seres vivos que, como los humanos, se tropiezan o se caen. Hace unos cinco años, en Ambato, Moreno contó que se encontraba entrenando a un caballo para un alumno.

El maestro estaba haciendo una línea de saltos seguidos y el caballo se le ‘enredó’ en el primer obstáculo. “Cuando cayó para tomar el segundo salto, él estaba tratando de pararse, yo me quedé en el cuello, el caballo saltó y para el tercer salto ya me caí debajo de las patas del caballo. La rienda se me pasó por el cuello, pero gracias a Dios el caballo paró justo ahí, no siguió avanzando. Donde hubiera querido o no me hubiera sentido, habría saltado el último obstáculo que le faltaba, me hubiera cortado la cabeza, siquiera”, recordó.

¡PUEDEN VALER MILLONES!

Más allá de su pedigrí, el precio de un caballo depende de su conducta y habilidades. “Uno que no hace caso, que patea y no avanza, que se rehúse en los saltos, no va a valer mucho, por más de que sea ‘silla francesa’ o inglés, es más por lo que hagan. Usted consigue un caballito desde 500 dólares en adelante, hasta $1’000.000 o $1’500.000”, cuenta Moreno.

Las tres principales disciplinas que forman parte de este deporte en los Juegos Olímpicos son la doma o adiestramiento ecuestre, el salto ecuestre y el concurso completo ecuestre (CCE)

En Equimas, por ejemplo, el precio de los ejemplares ronda entre los $500 hasta los $ 15.000 (los que se utilizan para concursos). Los caballos a los que todavía hay cosas por enseñarles, cuestan entre $ 3.000 y $ 4.000, y uno que ya está saltando hasta un metro y medio, su costo oscila entre los $ 10.000, $ 12.000 , cuenta el deportista paisa.

Guayaquil fue la ciudad del Ecuador donde más se popularizaron los deportes ecuestres.JIMMY NEGRETE

Esto, sin mencionar el mantenimiento del cuadrúpedo, que por ejemplo en la escuela donde enseña Moreno, ronda los $350 mensuales.

QUE LA TRADICIÓN NO SE PIERDA

En Guayaquil, debido a su condición de puerto, los primeros aficionados a las carreras de caballos fueron los extranjeros: italianos, españoles y libaneses -que coloquialmente son llamados ‘turcos’- según contó a EXTRA Antonio Ubilla, periodista e historiador deportivo.

“La hípica era un poco elitista, no por el hecho de la clase social, sino porque iban los que tenían la capacidad de apostar, nadie va a ver una carrera nomás, los verdaderos ‘burreros’, como se les decía, eran los que iban a apostar y eran propietarios de caballos”, cuenta el comunicador.

"Es bonito ver reunirse a las familias alrededor, a los niños, que ya los ves emocionados y siguen practicando el deporte a lo largo de la vida, porque esto no tiene edad. Si lo hiciste cuando eras pequeño, de grande igual lo puedes retomar"Mariana Calle, jinete que compite en la modalidad de salto

Según Ubilla, la fiebre por la hípica era tal, que en los años 60, en los diarios, todos los lunes se publicaba una página entera con los resultados de las carreras del domingo. “Entre jueves y viernes, que aparecía lo que llamaban las opciones para las carreras, aparecía la cartilla y había una apuesta muy famosa que se llamaba la Gallinita Ciega (...), Cimarrón, Laguna Azul, tú te aprendías los nombres de los caballos”, recuerda.

Hípica en el hipódromo de Santa Cecilia, noroeste de Guayaquil, en 1965.CORTESÍA

A criterio de Weymar Moreno, los tiempos han cambiado y esta disciplina ha perdido su brillo de antaño debido a que solo había clubes privados para cabalgar, no había tantas escuelas como ahora.

Antonio Ubilla, por su parte, cree que la disminución de la ‘fiebre’ equina se debe a que ciudades como Guayaquil, en la actualidad, tienen más opciones turísticas.

“El fin de semana ahora te puedes pasar todo un día en un mall, tienes la Aerovía, puedes dar paseos por el río (...), los chicos dejaron de ser aficionados del estadio y son muy aficionados a los jueguitos. Ahora hay poca afición, salvo los que están interesados en el hipismo, propietarios de caballos, o apostadores de años”, expresa Ubilla.

Precisamente, escuelas como Equimas, donde una hora de clases cuesta $30 (la primera de prueba es gratis), buscan que esta pasión deportiva no muera. “Ahora uno no tiene que hacerse socio, pagar una membresía, solo uno viene, paga la clase y ya tiene derecho a montar, ya si uno quiere comprarse un caballo, pues se le da mantenimiento a su caballo”.

MÁS ESCUELAS

Además de Equimas, existen otras dos escuelas en Guayaquil y sus alrededores como Equusrazo (ubicada en la vía a Samborondón) y Asociación de Ganaderos (calle Cosme Renella, norte del Puerto Principal), según información de la Federación Ecuatoriana de Deportes Ecuestres (FEDE)

Asimismo, hay tres clubes formativos: Guayas Ecuestre, en las instalaciones del Guayaquil Country Club (hasta octubre, después se cambian a ciudad celeste); El Estribo, en el Club La Herradura, Km 7 vía a Yaguachi; y Botas y Espuelas, en vía a Samborondón.