En la noche mágica de la Copa Sudamericana, cuando Mushuc Runa aplastó 3-0 a Unión de Argentina en Riobamba, no solo se celebró una victoria deportiva: también se escribió una historia familiar sin precedentes en el fútbol ecuatoriano. Elián Caicedo, de apenas 20 años, marcó un golazo, pero la sorpresa no terminó ahí. Minutos antes, su tío, Carlos Orejuela, también se hizo presente en el marcador.

Sí, tío y sobrino compartieron cancha, camiseta, victoria... ¡y goles! Una postal rara en el fútbol de nuestro país, donde el linaje familiar suele notarse en la tribuna, no en el campo de juego.

“Carlos Orejuela es mi tío y también hizo un gol. Te puedes imaginar la alegría de la familia”, contó emocionado Elián a EXTRA, aún con la sonrisa fresca del histórico partido.

El fútbol hizo que el sobrino y el tío jueguen iguales

La conexión va más allá del ADN. En los entrenamientos Orejuela —con pasado en Emelec y recorrido por varios clubes del país— actúa como mentor, consejero y, sobre todo, como ese familiar que cree ciegamente en el talento del joven.

“Es muy lindo compartir cancha con alguien de la familia que te apoya. Siempre me busca en los entrenamientos y quiere que yo destaque. Es un premio”, confiesa Elián, quien se formó en las divisiones juveniles del club del Ponchito.

Tras el partido, entre risas y abrazos, Orejuela bromeó con su sobrino: “Que le regalara algo del premio, pero le dije que no, que eso era para mi familia… y se rió”, recuerda Elián, aún sin creerse del todo lo que vivieron juntos esa noche.

Mientras Mushuc Runa sigue soñando en el torneo continental, la historia de Elián y Carlos ya tiene un lugar especial en la memoria del fútbol ecuatoriano. Porque a veces, los goles no solo valen tres puntos... también valen por una vida entera de recuerdos familiares.

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