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Marcelo Torres, de la adversidad al sueño de llegar a ser atleta paralímpico
Marcelo Torres aspira a ser el primer ecuatoriano en los 100 m planos de la categoría T63. Un accidente lo llevó a encontrar su cometido en la vida.
La historia de muchos deportistas comienza desde muy jóvenes. Acumulan años de experiencia, torneos y derrotas para finalmente eclosionar, pero no es una regla. Es ese el caso de Marcelo Torres, quien con 32 años empezó una vida de atleta que espera coronar en los Juegos Paralímpicos de París 2024.
El guayaquileño, hoy de 33, tiene apenas un año de actividad y un mes específicamente de preparación en atletismo y ya registra 21 segundos en los 100 metros planos, de la categoría T63 que comprende a las personas con amputación de la pierna por arriba de la rodilla. Actualmente es uno de los primeros velocistas en esta rama federados por Guayas y trabaja encaminado a convertirse en el primer ecuatoriano en una cita máxima en su división.
De 07:00 a 10:00 entrena la parte técnica con el DT cubano Bernardo Valdés, mismo adiestrador de la medallista de bronce paralímpica y campeona mundial en salto largo, Kiara Rodríguez; y de 18:00 a 20:00 trabaja la parte de resistencia física en crossfit.
“Tuvieron que pasar cuatro años para darme cuenta de que me había convertido en una persona sedentaria, con sobrepeso y que no estaba consiguiendo nada de lo que me había propuesto desde incluso antes del accidente... Había perdido todas las ganas de vivir, así que un día me vi al espejo y dije ‘no más’”, cuenta Torres.
El 9 de enero de 2016 empezó su historia. Un accidente de tránsito en la vía a Jipijapa, en la provincia de Manabí, le reseteó la vida. El auto que manejaba se estrelló contra una plataforma que transportaba cerámicas. Él no se acuerda de nada. Pasó 2 semanas en coma, con múltiples fracturas y serias hemorragias internas que lo llevaron a estar con un 90 % de probabilidades de morir; al final le fue amputada parte de la pierna izquierda, pero la vida le tenía aún un propósito pendiente.
“Solo sé que me levanté en Guayaquil cuando los médicos no me daban esperanzas de vida. Fueron días difíciles. Una vez, tras una de las tantas curaciones, una señora me vio y me dijo: ‘Pobrecito, tan joven y amputado’. Desde entonces me propuse que no quería la lástima de nadie”, acota.
En 2021 el deportista adaptado empezó a hacer crossfit y al poco tiempo se interesó en una carrera atlética de 2 kilómetros y la hizo; luego quiso una de 5k, pero la prótesis que tenía no era la idónea, así que buscó una y se decepcionó enterándose de que en el país esas piezas tienen precios elevados que oscilan los 6.000 dólares. Pero no se quedó de brazos cruzados.
El ya ingeniero en electrónica comenta que buscó fondos y auspicios para su cometido, incluso escribió un libro sobre su accidente al que tituló ‘Mientras dormía’ e intentó venderlo en internet.
Si bien consiguió recaudar algo, no fue suficiente. A inicios de este año, justo el día de su cumpleaños # 33, a Torres lo empezó a seguir en redes sociales un empresa que fabrica piernas para correr en Dinamarca, para hacerle la oferta de una prótesis con las especificaciones técnicas de primera tecnología a un precio mucho menor.
“Pensé que se trataba de una broma o una estafa, porque me costaba $ 1.800 y podía pagarla en cómodas cuotas. Aún así, hice el primer pago y a las dos semanas ya tenía la pieza en mis manos. Yo mismo la armé. Desde ahí mis sueños crecieron exponencialmente y ya no pensé en correr los 5k, sino en prepararme para hacer un atleta paralímpico y aquí estoy”, cuenta feliz y decidido.
El primer paso de Marcelo serán los Juegos Nacionales, en septiembre. Ahí deberá empezar a hacer marcas para torneos. Y el camino no será sencillo. De acuerdo con el entrenador Valdés para ir a competencias internacionales su tiempo debe estar entre 15 y 18 segundos, objetivo que, dice, puede conseguir.
“Siempre hablo del Marcelo antes del accidente en tercera persona, porque no soy el mismo. El Marcelo pre-accidente vivía porque abría los ojos y respiraba, mas no porque su vida tenía sentido. Recuerdo que ese Marcelo estaba peleando por graduarse de la universidad, pero no lo conseguía. No sabía qué iba a pasar con él después de tener un título; si hacer o no una maestría; era un Marcelo sin metas, ni motivaciones. Luego de lo que me pasó, siento que no perdí la pierna, sino que gané una vida... me ayudó a descubrir cuáles eran mis motivaciones. Hoy me gradué, encontré un trabajo que amo, pude hacer una maestría, escribí un libro, empecé a entrenar y ahora quiero ser deportista paralímpico. Si hoy en día me preguntas si deseo seguir teniendo dos piernas, o ser la persona que soy ahora con solo una, me quedo con la actual”, apostilló.