Mara Gómez es una transexual argentina que ha revolucionado el mundo del fútbol en el 2020. Toda la vida le gustó el rey de los deportes. Su sueño era ser jugadora y estar en un torneo oficial.

Y después de tanto buscarlo, en el mes de enero, el Villa San Carlos, de Argentina, le dio una oportunidad. Ese fue el comienzo, porque su lucha para ser inscrita como futbolista llegó hasta la FIFA.

El pasado lunes ella saltó a la cancha con el número 7 de su equipo y el resultado de su primer partido fue horrible, ya que el Lanús le asestó una goleada 7-1, pero el rival le regaló una camiseta con el número 10.

Mara se hizo famosa a partir de ese encuentro, ahora la llaman de todo el planeta y hasta se la quieren llevar a otros elencos.

¿QUIÉN ES?

Para Mara, desde sus 15 años el fútbol es todo. “Debuté y puedo creer que las cosas se cumplen. Quiero seguir creciendo dentro del fútbol sin ningún tipo de techo”, afirma.

A pesar de la goleada, la futbolista dijo que “fue emocionante y no imaginé que un equipo rival me diera su camiseta, que se haya acordado de mí, eso quiere decir que me apoyan y luchan para que esto suceda. ¡Esto es el fútbol!”.

Gómez consideró su debut como un momento “histórico a nivel mundial por sus constantes luchas y por el sufrimiento que ha soportado”. Y enfatizó: “No es una conquista individual, es una cuestión social y colectiva”.

Sobre la fuerza que ella tiene sobre el resto de sus compañeras, expresó: “La diferencia física no es real. Hay un montón de jugadoras con mucha más fuerza y velocidad que yo y no son hombres. No tiene nada que ver”.

En relación a su debut oficial, manifestó que “esto es un gran paso, hace unos años no se hablaba de esto y hoy lo hacemos. Faltan un montón de cosas y hay que lograr que el fútbol femenino tenga las mismas condiciones en todos los aspectos que el masculino”.

DISCRIMINACIÓN

Mara comentó que el balompié fue su tabla de salvación: “Mi paso por el fútbol empezó a los 15 años, no sabía jugarlo. Era demasiado mala, pero me di cuenta de que me hacía bien, que me despejaba de un montón de cosas y me tranquilizaba la mente. Tomé el fútbol como una terapia y le empecé a dedicar tiempo”.

En la adolescencia sufrió mucho por su condición sexual. A los 18 años hizo el cambio de género de su documento de identidad. Confiesa haber sido discriminada y excluida durante su adolescencia e incluso llegó a pensar que “no quería vivir más” y que la vida “no tenía sentido”.

La legislación que permitió su incorporación como jugadora fue la Ley 26.743 de Identidad de Género, sancionada en Argentina en 2012, que establece la obligatoriedad de que las personas transgénero sean tratadas de acuerdo a su identidad autopercibida.