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Madres en los estadios, nada de fútbol... solo trabajo
Los días que juegan Barcelona y Emelec de locales son una bendición para estas mamitas trabajadoras.
Cuando ellas dicen “nos vamos al estadio” no crean que son dirigentes, hinchas de un equipo o pertenecen a una barra de Barcelona, Emelec o Liga de Quito. Ellas son madres que trabajan mientras los jugadores buscan los goles, los fanáticos gritan por su equipo y los periodistas van narrando las jugadas.
Son las madres futboleras, pero en realidad no tienen idea de lo que pasa en la cancha.
En los exteriores de los estadios Monumental y Capwell, cuatro madres hacen un gol extra al bolsillo cada fin de semana.
Y cuando hay partidos a mitad de semana, mucho mejor para llevar un dinerito más.
Les ha tocado laborar en días de la Madre, Navidad, con lluvia y hasta con problemas cuando los hinchas salen enojados por los malos resultados.
Los días que hay fútbol son los mejores, ya que entran en escena, con carisma, vendiendo sus productos, y han logrado sobreponerse a cambios como un mayor distanciamiento entre los diferentes puestos, por la pandemia, que provocó que la venta decaiga un poco.
EL GUATALLARÍN DE DOÑA ELENA
La última vez que Elena Quishpe entró a un estadio fue hace 30 años, y que de ese tiempo acá solo se dedica a estar en los exteriores de los escenarios, vendiendo un rico y sabroso ‘guatallarín’, el plato favorito de los estadios de Guayaquil.
¿Qué es el guatallarín? Es la combinación de arroz, guatita y tallarín, y si el cliente pide cocolón, se lo dan. Toda esa ricura a $ 1.
Confiesa que poco a poco va volviendo la normalidad en las afueras de los escenarios, debido a que tuvieron que pasar dos años tristes, donde no pudieron salir a trabajar.
Como una madre trabajadora, pide que Barcelona y el Municipio de Guayaquil les ayuden para estar más cerca del estadio, no como ahora que las han mandado varias cuadras lejos.
Lo que hace los días de fútbol, le ha servido de mucho para tener ingresos extras para compartir con sus hijos Ronald, Jéssica y Jesús.
Comenta con orgullo la fama que tiene el plato que prepara. “Decir guatallarín es decir estadio, aquí se lo puso de moda y la gente viene a comer con gusto”, expresa.
A doña Elena le ha tocado pasar varios días de la madre laborando, debido a la programación de los partidos. Asegura que le gustaría tener la oportunidad de volver a ver un partido de fútbol, pero mejor se dedica a vender, porque eso ayuda en la economía de la casa.
Este trabajo es una herencia de su madre Luz María, que desde 1991 lo hacía en los escenarios de Guayaquil.
OLGA, UNA MADRE SOLTERA
Doña Olga Teneda vende unos ricos chuzos, lo único malo es que el que se come uno, de ley debe de comprar otro, por lo delicioso que son. Es madre soltera de Ángel, de 14 años, Maine de 8 y Mayeli de 2. Se dedica a la venta solo cuando juegan Barcelona y Emelec. De fútbol dice que no sabe nada y lo único que le interesa es que los dos equipos ganen, porque los hinchas salen contentos y asegura la venta.
“Sé que hay gol cuando la gente grita y eso me gusta, porque sé que van a salir feliz y a hacer el gasto”, explica Olga.
Confiesa que sus amigas la molestan porque cuando va al estadio no entra. Esta madre es un ejemplo de trabajo, que gracias a sus ventas está sacando adelante a sus hijos y tiene claro que mirar un partido de fútbol desde las gradas puede esperar.
EL MIEDO DE LA BARRA
Rosita Batioja es una madre guerrera de la vida, tiene cuatro hijos y dice que se ha criado vendiendo en los estadios desde los 8 años.
Le gusta seguir el fútbol, pero desde lejos por una mala experiencia. Le invitaron al estadio Monumental, a la general Carlos Muñoz, y fue a parar al centro de la barra Sur Oscura.
Dice que lo que vivió la traumó por los gritos, las famosas corridas en las gradas, cuando los hinchas se golpean y a eso le suma los insultos al por mayor.
“Nunca más a un partido”, dice Rosita, quien se siente feliz en las exteriores vendiendo sus aguas.
Es una madre agradecida de los fanáticos que le hacen el gasto en el Monumental y el Capwell, y que le felicitan por su carisma.
PATRICIA NUNCA HA ENTRADO AL ESTADIO
Doña Patricia Maldonado tiene la camiseta de Barcelona, pero nunca ha visto un partido de fútbol ya que se dedica a vender agua y colas los días que hay juegos en Guayaquil.
La madre de Allison y Luis Eduardo, mientras los hinchas llegan al Monumental, tiene listos sus productos en un balde. Se ríe cuando confiesa que jamás ha estado en las gradas.
Dice que sus amigas y familiares ni le creen, pero ella asegura que ganas le sobran por entrar al estadio, pero su primera meta es poder vender sus productos.
“La verdad que nunca he visto un partido, sí me gustaría, ojalá se dé la oportunidad, y es de no creer, porque hasta he tenido las entradas en mi mano, cuando me ha tocado vender, pero para mí la prioridad que se acaben mis productos”, dice Patricia, quien vende en la vereda de la avenida Barcelona.
Dice ser hincha del Ídolo y se emociona cuando los hinchas la identifican así.