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Luis Santana en la firma de Moisés Corozo con Mushuc Runa.Cortesía

Luis Santana: De la cancha a la oficina

A un lado quedaron los uniformes y balones, ahora su mundo son los papeles de los contratos de los jugadores

Luis Santana Vera era un volante ofensivo que salió de Rocafuerte e hizo su vida en varios equipos, entre los que destacan Técnico Universitario, Liga de Quito, Mushuc Runa, D. Cuenca, El Nacional y más. Una lesión hizo que a los 31 años se quede fuera de la cancha, pero comenzó una aventura diferente, pues pasó a estar del ‘otro lado’, dando sus primeros pasos como representante de futbolistas, sin resignarse a su pasión, que es dirigir.

LA LESIÓN

Le dicen ‘Trapito’ y en el 2020 una lesión de la columna fue alejándolo de las canchas. Su último equipo fue La Concordia, de Segunda Categoría, en el 2022. “El fútbol ha sido mi vida. Cuando se dio lo de la lesión, me puse como meta que tenía que estar cerca de lo que siempre he amado, y fue cuando comencé a ver muchas opciones, pero me incliné por algo que siempre me ha llamado la atención, que es ser representante de jugadores”, relata.

Dice que la idea fue haciéndose realidad con su amigo Eder Olvera, que es su socio.

Luis Santana con su escuela de fútbol en la vía a Salitre.Cortesía

En su nueva actividad profesional debe ir despacio, abriendo puertas, para que el futbolista se sienta en confianza. Santana dice que el hecho de haber sido jugador de fútbol le da muchas cosas a favor para entender mejor a los que antes eran sus colegas y ahora son sus representados.

“Comencé hablando con directivos de clubes. El apoyo de los presidentes ha sido bueno para que me abran las puertas y tuve la aceptación”, comenta Santana, quien ha servido de conexión para jugadores como Moisés Corozo, Jorge Pinos, Charles Vélez, Luis Ayala, Adrián Bone, Jhon Wilca y el ‘pelado’ Emmanuel Rentería, que pinta para crack.

“La idea que uno tiene como representante es no descuidar al jugador, que pase a ser como familia. Así lo entiendo yo y tengo una alianza con Evolution Sports”, dice.

LA VIDA SIGUE

Santana, que vivió en el suburbio de Guayaquil y cuando ya fue jugador le tocó dar vueltas por el país, revela que varios de sus compañeros que abandonaron el fútbol, viven días raros cuando ya dejan de entrenar con normalidad y que él no quería que le pase eso. Por eso sigue yendo al gimnasio Kala y trata de comer sano. Entre risas dice que hay que cuidar la figura y no quiere que le crezca la barriga como exjugador.

Y hay un detalle que lo llena todos los días: encontró un grupo de chicos, en el recinto San Guillermo del kilómetro 8 de la vía a Salitre, a los que entrena. Asegura que es una especie de labor social que le alegra la existencia.

Eder Olvera, Moisés Corozo y Luis Santana, gente de fútbol.Cortesía

“Cosas de la vida, estuve por allá y un día comenzamos a entrenar, pero con el pasar de los días se sumaron más chicos y ahí estamos transmitiendo los conocimientos que pude adquirir en los equipos que estuve”, expresa.

Admite que aunque sigue vinculado al fútbol, extraña sentir a la hinchada apoyándolo en las gradas antes de un jugar un partido. Recuerda con mucho cariño a Técnico Universitario, la pasión de los seguidores del Deportivo Cuenca o los sueños que tenían con los de Liga de Quito.

El chico que vivía en la 33 y Camilo Destruge de Guayaquil, hijo de Efraín Santana y Bárbara Vera, ya no sale con el bolso, los zapatos y la ropa para entrenar fútbol. Sus manos ahora están llenas de papeles y documentos. Los ‘goles’ los tendrá que anotar firmando contratos.