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Luis Arroyo en la ciudad de Vysocina en República Checa.Cortesía

Luis Arroyo: “Compré 4 plátanos por 12 euros”

En el 2019, el esmeraldeño del FC Vysocina, de República Checa, había salido del Deportivo Azogues al fútbol de Europa. Una historia de superación

Nació en la calurosa Quinindé, provincia de Esmeraldas, pero los dos últimos años le ha tocado vivir en el frío, bajo cero grados, de República Checa.

Hablamos de Luis Aldair Arroyo Cabeza, el extremo ecuatoriano que es pieza fundamental del FC Vysocina, la segunda liga del fútbol checo. Tiene 24 años y antes de ir a Europa probó suerte en Universidad Católica, América de Quito, D. Quevedo, Macará, Gualaceo y el D. Azogues.

En el 2019 le salió lo de República Checa y el primer elenco fue FK Trinec. Este año estuvo cerca de llegar al Sparta de Praga y Sigma Olomouc, este último club en el que entrenaba.

Luis Arroyo estuvo en el Deportivo Azogues antes de ir a República Checa.Cortesía

¿Qué tal es jugar en República Checa?

Ya son dos años, pero como todo jugador sudamericano, el inicio fue durísimo por el clima, la comida y cosas diferentes de nuestra cultura. Llegué en el invierno y el primer mes era mucha nieve. Eso fue en el Trinec, en el 2019.

¿Del calor al frío?

Eso sí resultó difícil. Cuando llegue a la pretemporada nos llevaron a la concentración a un hotel que estaba en una montaña. Solo pasábamos corriendo en pleno frío. A los 15 días comenzamos a trabajar con el balón. Acá el entrenamiento era con nieve.

¿Daban ganas de regresarse ante tanta nieve?

Lo pensé dos o tres veces pero quería jugar en el extranjero, me había preparado para eso y le puse fe. Recordaba las cosas duras que había pasado en Ecuador. Pasó el tiempo y me adapté en la cancha y a las costumbres, una de ellas que cuando iba a comer debía sacarme mucho peso de encima en ropa.

Allá también juega tu compatriota Augusto Batioja...

El año pasado me tocó jugar ante su equipo y cuando daban las alineaciones observo su nombre y la bandera de Ecuador, me emocioné al saber que había otro compatriota.

Luis Arroyo va por su segunda temporada en República Checa.

¿Hay más ecuatorianos?

No, solo he tenido contacto con Batioja, hinchas o gente de Ecuador no hay.

¿Y con quién vive?

El primer año tocó vivir solo, ahora vino mi novia hace pocos días.

¿Todo es diferente?

Absolutamente todo, pero hay algo que te marca y es la puntualidad. Recuerdo que nos convocaron a las 14:00 para el entrenamiento, llegué a esa hora, todos me quedaron viendo raro y me di cuenta que acá la disciplina es ante todo. Ellos arribaron una hora antes.

Eso fui aprendiendo poco a poco y es uno de los secretos para alcanzar las cosas.

¿Acá de dónde sale?

Vivía con mi familia en Quinindé, luego nos fuimos a residir a Santo Domingo de los Tsáchilas y entrenaba en la escuela Jaipadida; de ahí me fui a la Universidad Católica con el profesor Jorge Célico, en el 2013 estuve cerca de debutar, pero no se pudo.

Luis Arroyo lleva dos años jugando en Europa.Cortesía

¿Cuál es su meta en República Checa?

Llegar a la serie de privilegio. A inicio de año el Sparta de Praga y el Olomouc estuvieron interesados, pero no se dieron las cosas, ahora solo toca seguir entrenando para alcanzar las metas. En el Vysocina estoy bien, trato de hacer un gran semestre y siempre se sueña para más.

¿En qué posición se siente mejor?

Era extremo, pero por la velocidad me hicieron media punta y es el puesto en que estoy.

¿Jugadores que ha seguido?

Tengo tres compatriotas que admiro su juego: Antonio Valencia, Felipe Caicedo y Énner Valencia. Siempre me fijo en lo que hacen y cómo dejan bien el nombre de Ecuador.

¿Y en el asunto de la comida qué hacía?

Eso es una historia aparte, al inicio tocó comer sin saber. En los primeros días el entrenador me llevó a comer y me brindó una sopa de ajo, que es la comida típica, era una crema con un sabor fuerte. Estaban todos y me la comí como si nada, ahora me gusta, es deliciosa.

Hizo las menores en Universidad Católica, luego pasó a Macará, Gualaceo y D. Azogues. Lleva dos años en República Checa, ahora juega en el FC Vysocina de la serie B.

¿Extrañaba la comida ecuatoriana?

Claro, no tenía mi plátano, mi pescado, mis aliños, eso es duro, uno está acostumbrado al buen verde. Me tocaba cocinar y de a poco conocía el idioma, se me hizo fácil.

En todo el tiempo que llevo acá una sola vez encontré el plátano, cuando lo vi fue como que me había ganado la lotería. Viajamos a Eslovaquia y en un centro comercial compré 4 plátanos en 12 euros. Tenía cuatro meses sin comerlos, hice patacones, un tapado, fue algo espectacular. Acá no saben que existe el verde, solo el banano les llega.