No es necesario tener el pelo largo, ni saber el quichua a la perfección. Basta con ser descendiente de indígenas para ser parte de un torneo donde al menos 9 de los 11 jugadores en cancha tengan raíces de ese grupo cultural.

Arrancaron pateando la pelota unos 640 jugadores pertenecientes a los 40 equipos que conforman la Copa Ferroviario. A ellos se les sumaron dos refuerzos que no tienen nada que ver con la comunidad.

Han pasado varios meses y ahora están jugando los octavos de final. Todos domingo se reúnen en la cancha sintética del parque Ferroviario de Durán.

De Guayaquil, Pascuales y El Recreo (Durán) conformaron los equipos. Aquí lo primordial es competir y hacer amigos cada semana.

Son personas que llegaron al Puerto Principal o Durán o que sus padres los trajeron.

EL COMIENZO

Paúl Chimbolema es el organizador del campeonato. Dice que los 40 equipos tienen raíces de sectores del Chimborazo, Tungurahua y Pichincha, y que sus jugadores son de sectores como Troje, Guamote, Lito, Majipamba.

La pregunta es ¿cómo determinan que son indígenas? El directivo cuenta la verdad. Todo depende de la cédula, del lugar de donde nacieron sus padres.

“Es un torneo diferente. Reunir 40 equipos con personas indígenas que hacen su vida en Guayaquil y Durán es único. Son gente trabajadora, profesional, que se saca el estrés cada fin de semana y regresa con más ganas para seguir laborando”, manifiesta Chimbolema.

Al momento juegan 16 equipos. Para el campeón hay un premio de $ 3.000, medallas y trofeo; $ 1.500 para el segundo lugar; $ 700 al tercero y $ 400 para el cuarto puesto. Además, es la octava edición que se juega.

DE PADRES A HIJOS

Vélez Jr. es uno de los equipos que tiene historia desde el año 2000, cuando jugaban en Pulucate Alto, un sector del cantón Colta en el Chimborazo, pero ahora son los hijos de los fundadores los que juegan. Antes se llamaban Vélez Sarsfield y ahora solo lo han dejado en Vélez Jr. Su principal es José Coro, quien dice que la mayoría de jugadores trabaja en Guayaquil y vive en sectores como Bastión Popular, Florida y las Iguanas.

Para Coro, jugar este torneo entre la comunidad indígena es una oportunidad para quienes les gusta el fútbol.

Jordán Gómez, uno de los jugadores de Vélez Jr., dice que es algo fuera de serie ser refuerzo de sus hermanos indígenas y asegura que ellos sí mueven la pelota.

DE TZHALARON PARA LA COSTA

Luis Pilataxi es el presidente de Estrella Roja y sus muchachos juegan con la camiseta del Xolos de México. Comenta que con orgullo representan a sus familiares que viven en la zona de Tzhalaron, en la provincia del Chimborazo. Como equipo llevan 8 años y jugar el torneo es algo divertido, porque en sus trabajos hablan de esto. Felizote, les dice a sus muchachos que “van a salir en Diario EXTRA, en las mismas páginas que salen Barcelona, Emelec y Liga de Quito”.

Es el torneo indígena que une a una clase trabajadora de Guayaquil y Durán. No hay dudas de que el fútbol fusiona a todos.

Juegan todos los domingos en una cancha sintética y cada equipo puede tener dos refuerzos que no son de la comunidad. Hay buena pelota.