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Lapentti y Nalbaldián tienen la 'magia' intacta
El tenista tricolor se impuso al argentino por parciales de 6-4 y 7-5 en una exhibición que tuvo hasta a futbolistas de Barcelona en la cancha.
Al buen bailador el compás le queda. Ese refrán parece adaptarse a dos de los tenistas sudamericanos, ya retirados, más relevantes de esta parte del globo: el ecuatoriano Nicolás Lapentti y el argentino David Nalbandián, quienes demostraron la noche del viernes 3 de julio que el tenis es y seguirá siendo su gran amor.
El guayaquileño, de 45 años, y el cordobés, de 40, jugaron un partido de exhibición en la cancha central de la emblemática sede del Guayaquil Tenis Club, que lució cerca de su capacidad máxima, y que al final terminó ganando el tricolor por parciales de 6-4 y 7-5.
Más allá del resultado, el tenis demostrado por ambos dejó buenas sensaciones a los asistentes. Por más de dos horas, Nalbandián, quien fuera # 3 del mundo en 2006, y Lapentti, # 6 en 2000, hicieron un despliegue de buenas jugadas, voleas, saques y puntos, celebrados incluso con camaradería entre ellos mismos, ante el aplauso masivo del público que no dejó de celebrar el encuentro.
LA SORPRESA
La velada comenzó cerca de las 20:30. Pese a que la dupla sudamericana era el atractivo central, la presencia de los futbolistas Lucas Sosa y Bruno Piñatares, de Barcelona; así como del portero del Guayaquil City, José Gabriel Cevallos, llamó la atención.
Minutos más tarde, los dos primeros fueron anunciados como rivales de David y Nico para un partido de fútbol-tenis.
El primer compromiso fue con una pelota de tenis, donde los especialistas terminaron ganando 5-4, ya en el segundo la pelota de fútbol fue la estrella y la victoria fue para Sosa y Piñatares 5-1. Duelo empatado.
Fue la previa para un plato fuerte con tenis de calidad. El primer set fue de menos a más. Lapentti empezó luciéndose con varios saques y puntos vistosos, mientras que Nalbandián tardó en entrar en “calor”, hasta que le tomó el pulso con aplausos desde los graderíos.
UN FIEL HINCHA
Pese a que el guayaquileño contaba con barra propia, el tenista visitante tuvo un hincha incondicional de 8 años que no dejó de corear su nombre y alentarlo punto a punto: el pequeño Adrián Becerra.
Tal fue la efusividad del infante que la barra local llegó a acompañarlo en varios pasajes del partido por su simpatía.
Ya en el segundo, los jugadores se arriesgaron a más, a ratos no parecía amistoso por las buenas jugadas. Ambos corrían a la net, jugaban sobre la línea de fondo y dieron un espectáculo. De “extenistas” nada, aunque los delató unas cuantas libras de más.