Antes de que conozca a ese entrenador argentino, que por cierto era ‘pintero’, José era un chico normal, rezaba de vez en cuando, pero no tenía creencias en nada. Es más, ni cuando nació Alexito le quiso poner la cinta roja para que no lo ojeen... un día me dijo que eso era brujería.

Pero todo cambió cuando el DT le metió cosas en la cabeza. Y puedo confesar que se las creyó toditas.

Jamás olvidaré que en la casa él tenía 23 pares de zapatos pupos, pero solo jugaba con los de color negro. Tampoco imaginé que para los partidos oficiales se ponía el mismo interior, que al salir de casa y también para entrar a la cancha todo lo iniciaba con la pierna derecha, y otras cositas que no puedo decir.

Les juro que llegué a pensar que estaba metido en la brujería. Pero aquel domingo, a las 23:00, cuando llegó a la casa con una cinta amarilla, a la altura de la cintura, en ese instante supe que tocó fondo.

En ese momento él lloró y me contó toda la verdad, aquellas cositas que habían sido inculcadas por el entrenador, quien nunca le dijo que las haga, pero le explicó que le funcionaban. Él le puso tanta fe que aquel año jugó la mayor cantidad de partidos.

Lo raro de todo es que después de desahogarse me gritó: “No te metas con mi carrera, tú no sabes de cábalas”. Esas palabras nunca las había escuchado y luego entendí de lo que se trataba: simples creencias que había visto en el entrenador y que le funcionaban.

De cariño lo llamaba ‘mi brujito’ y él solo se reía. Pero como todo no dura para siempre, cuando se retiró del fútbol dejó sus cábalas y solo con una se quedó: al bajarse de la cama, al salir de la casa y hasta para subirse al carro siempre pisa primero con el pie derecho. ¡Las cosas que le dejó el fútbol!