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Jimmy Montanero y el recuerdo de dos semifinales superadas e históricas
El excentral de Barcelona jugó dos veces por el título de la Copa Libertadores en la década del 90. Confía en que los canarios “darán la vida” en esta llave.
Jimmy Montanero es la historia viviente en Barcelona. Ha jugado las dos finales de Copa Libertadores, en 1990 y 1998. Fue su capitán y el encargado de poner orden en la zaga amarilla.
Para el excentral, de 61 años, disputar una semifinal de este torneo tiene un sabor muy especial, porque es el paso a la gloria. “Lo recordaré siempre. Nos dio la pauta para buscar cosas grandes”.
Aunque no se trató de una semifinal, los duelos de cuartos de final que el Ídolo jugó ante Sao Paulo de Brasil, en 1992, fueron emotivos e intensos para Montanero, pero también ayudaron a edificar la grandeza del club en Sudamérica. “Fue una linda llave; nos quedamos por un gol”.
Y el fútbol y entrega de los canarios en la década del 90 tuvo el acompañamiento perfecto de los hinchas, factor importante que ha añorado el Ídolo desde la temporada pasada por la pandemia. “El aliento del público es muy bueno, el equipo se siente apoyado por su gente, siempre y cuando el hincha esté con el elenco. Gracias a Dios nosotros tuvimos siempre el apoyo. No se lo logró en 1990 cuando perdimos ante Olimpia y en el 98 contra Vasco, pero nos fuimos aplaudidos”.
Montanero confía en la actualidad de Barcelona en esta edición de la Libertadores, más allá de la diferencia económica entre ambos planteles, también anhela que el canario pueda lograr una hazaña más en este torneo. “No hablamos de duplicar o triplicar los presupuestos en la cancha, aquí la diferencia es más grande, pero esto es fútbol. Aquí Barcelona puede hacer cosas grandes, sus jugadores siempre han salido a dar la vida. Estoy seguro de que harán una gran semifinal”.
Y para tranquilidad de los aficionados que no han visto bien últimamente al Ídolo en la LigaPro, Montanero les recuerda que “los partidos se juegan de una manera distinta, en Libertadores se ve la garra del país, el temple, el deseo de triunfar y eso siempre lo ha tenido Barcelona”.