Parecen dos chicos conociendo todo, pero en realidad los Carlos Jiménez son padre e hijo y están en Catar que no creen en nadie. Es su primer Mundial juntos.

Todo comenzó cuando Carlos, de 34 años, se fue a vivir a Chile y al regreso se puso como meta de vida darle un regalo inolvidable a su padre, de 78 ‘vueltas’.

Sin decirle nada empezó a buscar los boletos. Cuando los consiguió dijo que esa era una señal de que debían viajar a Catar.

Pasaron los días y cuando llegó el momento de la verdad fue y le dijo: “papá, nos vamos a Catar”. Fue un día inolvidable para estos quiteños.

El septuagenario todavía recuerda aquel día y lo tomó como si fuera su cumpleaños. “Me estás mintiendo, no me hagas ilusionar”, le dijo. Pero cuando me mostró las entradas, solo agregó: “Dios, gracias”, expresa Jiménez, quien ‘vacila’ en Doha un sombrero de paja toquilla.

Para no sentirse lejos de su tierra, los Jiménez se trajeron la bandera de Ecuador, unos atunes, camisetas de la Tri y Liga de Quito, equipo del que son hinchas. “Con Liga al otro lado del mundo, el único campeón de la Libertadores”, afirma el junior.

Carlos señala que disfruta al máximo este viaje junto a su padre, algo que jamás soñaron y que lo gastado ha sido “la mejor inversión de mi vida”. También se sienten raros cuando los asiáticos les piden fotos, pero ese es el precio que deben pagar por ser hinchas mundialistas.