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Fernando Rosado y Julio César Ambrosi empuñan unas katanas de madera.Flor Layedra

En Guayaquil, ninjas reales entrenan en el gimnasio de una universidad

Practicantes de Ninjutsu en Guayaquil aprenden sobre la cultura marcial japonesa y su técnica

Shikin Haramitsu Daikomyo, se escucha fuerte y al unísono. Enseguida, 13 personas vestidas con kimonos negros, sentadas sobre sus piernas, con sus ojos cerrados y sus manos juntas -a la altura del pecho-, dan dos palmadas y hacen una reverencia. Elevan el torso. Dan una palmada. Y nuevamente hacen otra reverencia.

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Tras una pared que separa las grandes máquinas de ejercicios, en el gimnasio de la Escuela Superior Politécnica del Litoral, ubicado al noroeste de la urbe porteña, se encuentra un bujinkan dojo, sitio donde estos ninjas guayaquileños se reúnen tres veces a la semana a practicar, por casi dos horas.

Los jóvenes ninjas se ubican alrededor del tatami. Colocan sus manos a los lados o se agarran, frente al cuerpo. Todos en pie, serios. Atentos a las iniciaciones. “Hon Gyaku”, pronuncia el instructor Fernando Rosado para indicar la técnica a usar, mientras toma la mano de uno de los budokas -practicantes de artes marciales-.

“Vamos a poner la mano (derecha) del compañero de esta manera (el dorso de la palma hacia adentro)”, les indica. Luego su derecha sujeta el dorso de la mano del budoka y enseguida, con la otra mano la sujeta desde la palma de este. Aprieta. La presiona y la lleva a su pecho. Hace una pequeña reverencia y en un instante, el otro se ve obligado a bajar su torso.

“Van a sentir que tienen el control: la mano contra la muñeca; el brazo contra el antebrazo, el hombro, el omóplato... Por ende, tengo el control de la columna”, explica Rosado. En ese momento, dice, ya puede controlar a la persona; con empujarle suavemente el codo, lo lleva al piso. El chico cae, boca abajo, ‘de una’ al tatami. Repite la técnica con otro. De allí, todos lo practican en parejas.

Durante la práctica hay mucho silencio. La única voz que se escucha es la del instructor. Nadie lo contradice. Pero sobre el tatami, nadie usa una capucha negra ni tienen la cara cubierta como los famosos ninjas de las películas de acción.

Los ninjas practican con armas como el bo (bastón largo).Flor Layedra

Esa imagen popular es producto de la industria cinematográfica, “una mala propaganda”, revela el shidoshi Julio César Ambrosi, instructor de Bujinkan Budo Taijutsu-Ninjutsu. Los ninjas, agrega, tampoco son asesinos ni mercenarios ni andan saltando por los techados.

Es por eso que, cuando Pier Terán, de 31 años, escuchó por primera vez que había ninjas en Ecuador, le causó emoción e intriga. Tenía 21 años, en ese entonces, y como quería saber si era real o no, se contactó con Ambrosi. Se dio cuenta de que los ninjas no eran como las películas los representaban. Desde allí “inició todo mi amor hacia esto”, confiesa.

Para Ambrosi, un ninja es un caballero marcial, una persona que persevera en su entrenamiento. Nadie puede participar en torneos de lucha ni en competencias, porque “no son peleadores ni perros de pelea”. El objetivo de este arte marcial es que los budokas aprendan técnicas de defensa personal para que puedan sentirse más confiados y seguros de sí mismos y para los demás.

Por esto, quien practica o desea hacerlo no puede tener antecedentes penales, enfatiza Rosado. Deben ser pulcros y estar en actitud marcial.

  • Excelencia en el aprendizaje

Las clases son grupales; quien sabe manejar un poco más o tiene mejor conocimiento, corrige o aconseja cómo ejecutar la técnica, la postura de combate a su compañero.

Aunque Pier Terán no es el instructor de esta clase, para él el ninjutsu es parte de su vida, por lo que ve a cada uno de sus compañeros como su familia y, como tal, se siente responsable de ellos. Por eso, cuando ve que alguien tiene una falla lo ayuda. “Nosotros comenzamos igual o hasta peor”, dice Terán, quien tiene un cinturón negro. De esta forma se es recíproco.

Sin embargo, es obligación que los ninjas tomen nota de lo que han aprendido o visto en el entrenamiento, a fin de mejorar las técnicas, sostiene el instructor Fernando Rosado.

  • Un entreaniento militar, no un deporte

A los ninjas se les desarrollan sus sentidos al punto de que, ante una alerta, el cuerpo reacciona automáticamente, menciona el ninja quiteño Leonardo Gómez. Esto, porque las técnicas son formas más intuitivas, no rígidas, explica Julio César Ambrosi.

Estas técnicas, menciona Ambrosi, eran utilizadas en el campo bélico del antiguo Japón, por lo que no hay puntaje por donde se dé un golpe. Además, “son utilizadas para neutralizar a un adversario e incluso pueden ser letales”.

Entrenamiento en el gimnasio de la ESPOL.Flor Layedra

Ambrosi recalca que el principio básico es desarrollar a la persona, sacar lo mejor de este, no lo peor, por lo que, cuando alguien cree que al practicar ninjutsu se convertirá en un asesino, luego se dará cuenta de que no va a ser así, ya que sienten mucho dolor, porque se recibe muchos golpes.

  • De implementos rústicos a armas

Para los instructores, es fundamental estar pendiente de que sus estudiantes conozcan la cultura japonesa marcial y conozcan sus inicios, resalta Julio César Ambrosi. Originalmente, el ninja era un campesino que trabajaba la tierra; el ‘bo’, el bastón largo, era usado para cargar cubetas de agua o cosas.

Los ninjas nacieron cuando los señores feudales mandaban a los samuráis a cobrar tributos de la tierra; en ocasiones, como no tenían cómo pagar, los samuráis los agredían. Por lo que los campesinos tuvieron que aprender a defenderse con las herramientas de trabajo agrícola.

Por ejemplo, el kunai es un objeto metálico que era utilizado para escarbar y compactar la tierra; era como una pequeña pala de mano. Pero también fue utilizado para defenderse. Por eso, asegura Ambrosi, ninguna arma es mejor que la otra.

Las armas reales también son empleadas en los entrenamientos, pero para evitar accidentes, los budokas prefieren practicar con unas de madera. Solo quienes hayan practicado bastante y tienen un buen control de estas las pueden usar.

  • Filosofía budista y el ninjutsu

Los ninjas inician y culminan cada sesión con un mantra o frase, en una determinada posición. Al pronunciar ‘Shikin Haramitsu Daikomyo’, como si fuera una oración, los budokas buscan agradecer lo aprendido, indica el shidoshi Leonardo Ponce, ya que cada acción que se realiza deja una enseñanza.

Las máximas están presentes en este arte marcial, el cual busca que, al interiorizarlos, los estudiantes mejoren espiritualmente y evolucionen. Sin embargo, esa no es la única frase que repiten los budokas. Otra de ellas es ‘Fudoshin’, la cual significa que “el camino del corazón es inmutable”, explica Gómez. Este mantra indica que la estabilidad interna y externa debe mantenerse, al tener la mente en calma para que “nada nos afecte”. Suele ser dicho cuando el ninja está triste.

Madera es el material de las armas con las que entrenan para evitar accidentes.Flor Layedra

Al pronunciar ‘Fudoshin’, la persona es consciente de que sus emociones no deben dominarlo, ya que de lo contrario es vulnerable y puede creer que todo lo hace mal. Por eso, controlar la mente es fundamental para tener un óptimo rendimiento en cualquier actividad.

El estar concentrado en la realidad, en el momento, también es fundamental para un ninja. ‘Ichigo ichie’ quiere decir que “la vida es un segundo” o que “la vida es el presente”; lo que lleva a que se reflexione sobre que hay que atesorar cada momento, porque es único y no se va a repetir.

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