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Glenda Morejón, el apanado puede esperar
La campeona mundial de marcha cumplió una parte de la promesa que hizo a sus padres. Su compañera, Karla Jaramillo, llegó con regalos para su hijo.
Cansados por el largo viaje de cerca de tres días desde Omán, pero con la satisfacción de haber sido la sensación del Mundial de Marcha, llegaron a casa los andarines tricolores. Contaban las horas para volver a estar con sus familias, que resaltaron son su fuente de inspiración.
Glenda Morejón, quien alcanzó la medalla de oro en su debut en la prueba de 35 kilómetros, tuvo la sorpresa de tener a sus padres, Luis y María del Carmen, esperando en el aeropuerto de Tababela. Apenas los vio se acercó a darles un fuerte abrazo mientras que ellos le entregaban globos y flores.
“Es especial tener aquí a mis padres en este momento tan importante de mi carrera. Este triunfo ha sido lleno de esfuerzo y sacrificio”, afirmó Glenda.
Por su parte su padre confesó que “con esta medalla cumplió la promesa que me hizo de pequeña: que sería campeona mundial y olímpica. Ahora soñamos con que en París serán sus Juegos Olímpicos”.
Recordó todo el esfuerzo realizado por Morejón para llegar a la élite del atletismo y resaltó que ahora su hija “ganó madurez para complementar su gran talento”.
Esto lo ratificó la deportista al manifestar que “he aprendido mucho en estos años, de cada tropiezo y triunfo. Busco siempre ser mejor”.
Su familia tuvo poco tiempo para compartir con la marchista, que viajó a Cuenca para seguir con los entrenamientos bajo el mando de Julio Chuqui. Esperan que cuando regrese a su natal Ibarra recibirla con el apanado de pollo, su plato preferido.
PARA SU PEQUEÑO
Karla Jaramillo, quien formó parte del equipo que ganó el oro en los 35 kilómetros, destacó el trabajo en equipo con Morejón, Paola Pérez, Magaly Bonilla y Johanna Ordóñez para hacer historia.
“La estrategia fue clave, hicimos un buen trabajo en los 35 kilómetros y dio sus frutos con las medallas”, detalló.
Durante la exigente prueba tuvo presente a su hijo Omaet, a quien le trajo varios regalos, entre ellos un peluche. “Lo extraño mucho, han sido 14 días sin estar juntos. Todo lo que compro es para él”, confesó.
La unidad del equipo tricolor fue otra de las claves. A su arribo a Quito demostraron esa camaradería, desde los jóvenes hasta los más experimentados como Pérez y Andrés Chocho.
Este último indicó que “comparto los conocimientos adquiridos durante mi trayectoria” y enfatizó que “contamos con una gran generación que nos dará alegrías”.