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Gabriel Cortez ¡Un final de locura!
Creció en medio de carencias en Esmeraldas. Llegó a Guayaquil para cumplir 2 sueños: ser futbolista y sacar de la cárcel a un familiar.
Los altibajos, cual sombra, han acompañado a Gabriel Cortez en los últimos años como futbolista. Pero cuando este arranque de temporada ‘pintaba’ espectacular e inolvidable para el volante esmeraldeño con la camiseta de Barcelona, una ‘jugada’ judicial lo bajó de la gloria.
En nueve fechas de la LigaPro Betcris, el Loco gritó con rabia y alegría siete goles. Levantó de los asientos a los hinchas amarillos, se los volvió a meter en el bolsillo, se reconcilió con el balón. Todo le salía perfecto. Jugaba libre, pero desde la madrugada del viernes 22 de abril ya no lo es...
Cortez deberá permanecer en prisión preventiva, al igual que otros 17 detenidos, menos para una embarazada, por presunto nexo con el grupo delictivo Los Tiguerones.
El Loco ha vuelto a Esmeraldas, su tierra natal, pero no como la estrella del fútbol, sueño de niño que fue forjando entre las carencias con las que creció en el barrio Puerto Limón, más conocido como la Parada Siete, uno de los más jodidos de la capital de la Provincia Verde. Ha regresado en la versión más frágil de un deportista: en silencio y ‘derrotado’, sin la ‘armadura’ que lo convirtió en un crack para niños y jóvenes.
Como en una película de suspenso y drama, el Loco se inicia en un sector dominado por bandas criminales, deja su barrio para crecer en el fútbol y sacar de la cárcel a un familiar, juega un Mundial, alcanza la fama y tropieza estrepitosamente contra esa misma sombra bajo la cual creció.