Esta vez el estadio estaba lejos, y no se escuchaba que pasaba en el Monumental, pero la verdad a ellos ni le interesaba. Estaban en algo más productivo, ganándose un extra para la semana.

Estaban en su “oficina” haciendo de la primera final, un dinerito.

Mientras Fabián Bustos y César Farías, buscaban al cuarto árbitro para decirle de todo... acá se vivía otra clase de partidos.

Ricardo Guido, trataba de convencer a los guardias que lo deje entrar a vender los pasteles, le decía que estaban bien ricos, y que su misión era de quedarse sin nada.

“De que se venden se venden” dijo con mucha confianza,

A un costado, quienes estaban mega felices, como si fueran hinchas de Aucas en el gol de Edison Vega, era la familia López, recicladores que estaban en su fiesta, Ariel guardaba en unas fundas gigantes, mientras que doña Lucia Beltrán, su madre trataba de machacar las botellas y latas de cerveza: “gracias a Dios nos ha ido bien en el reciclaje, lo malo es que es el último partido del año” decía una emocionada señora que es oriunda de Puna y en familia se dedica a esta labor.

A un costado Fabián Burgos, estaba que arreglaba las correas que le habían dejado encargado, les colocaba plásticos y decía que el si quería saber como iba el partido, pero primero era el negocio.

Pero el más triste era Pablo Cruz, solo miraba desde lejos la Av. Barcelona y se lamentaba, que no había podido entrar a vender las cervezas en el estadio, debido que llegó con un bolso y estaba prohibido entrar con eso.

“Turro, pierdo de trabajar, pierdo de ver el partido, no es mi día” expresó Cruz.

Es la gente del fútbol que vive unas horas del fútbol, pero que no lo ve. Cosas del fútbol.