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Esmeraldas: El pequeño Jair Méndez forja su sueño pasando agua
A este escolar le gusta jugar al fútbol y sueña con meter goles como Enner Valencia, a quien tiene de referente; además, desea ser abogado
Hacía las tareas a tiempo para estar desocupado el domingo. Ese día, Jair Méndez lo dedicaba a pasarle agua a los jugadores de los equipos en un torneo de fútbol que se realizó en el recinto Pambichal, en el cantón Quinindé, en Esmeraldas. Así ganaba unas monedas.
El 18 de diciembre pasado, último día del campeonato, el niño de 10 años estuvo en la cancha, tempranito, con dos galones de agua que compró en la tienda de su comunidad y vasos desechables.
Después se vio a este menor de edad de cabello negro, ensortijado y muy apretado, de grandes ojos, corriendo alrededor del campo de juego, dándole agua a los futbolistas.
El torneo que empezó en julio pasado fue la fuente de ingresos de Jair. En cada partido cobraba 2 dólares por equipo. Pero a veces pudo salir con más de $ 5 en los bolsillos gracias a las propinas que le dieron unos jugadores por estar atento dándoles asistencia.
Es la primera vez que realiza esta tarea, y como le gustaron las ganancias, espera con ansias el próximo torneo.
Con lo recaudado hasta el tercer domingo de diciembre se compró una pelota en Navidad y le dio un regalo a su hermanita de 5 años. “Me compré una pelota como la del Mundial y quiero algún día ser futbolista y meter muchos goles como Enner Valencia”, comentó el ‘pelado’ que como muchos otros sueña hacer del fútbol parte de su vida.
En el equipo de su escuela y cuando juega con sus amigos los fines de semana en la cancha de su comunidad le gusta ser delantero, pero en estos meses del campeonato, Jair estuvo al filo de la cancha, siguiendo con atención el juego, sin desconcentrarse. Debía estar listo para dar abastecimiento.
En este partido por el título, el último del campeonato, lo acompañaron sus primos Natael y Justina, quienes corrieron junto a él cuando lo requirieron dentro de la cancha.
Cuando un jugador caía al campo por algún golpe o lesión, Jair, inmediatamente, empuñaba su galón de agua, los vasos y corría por el filo de la cancha hasta llegar donde estaban los jugadores para repartirles agua.
Así lo hace desde cuando fue expulsado. Como ocurre en el fútbol profesional, que para entrar al campo de juego se necesita la autorización del árbitro, ya que la invasión del mismo podría significar un fuerte llamado de atención, y en este torneo barrial también debían cumplir las reglas.
Jair recordó que una vez un jugador le pidió agua, él entró a la cancha sin autorización del réferi y fue expulsado. “Fue frustrante, aunque igual me pagaron”, dijo con tierna sonrisa.
BUENA AYUDA
“Él nos salva la campana porque si no estuviera quién nos iba a abastecer con la hidratación, por eso con gusto le pagamos sus 2 dólares y cuando hay, se le da su moneda”, aseguró Leandro Cabezas, integrante de unos de los equipos finalistas.
Damián Hurtado, delantero, refirió que Jair lo ayudó en una ocasión a superar un calambre. El trabajo del niño no se limitó a darles agua, también los asistió.
El pequeño recordó que tomó la pierna de Damián, la puso sobre su hombro derecho y la estiró para relajar el músculo que estaba contraído por el calambre.
“Fue un alivio porque mis compañeros estaban lejos, la pelota estaba en juego y no tenía quién me asista. A buena hora Jair estaba cerca”, dijo el futbolista, motivando al menor de edad, quien pasándoles agua también aprende de fútbol y alimenta sus sueños.