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Ángel Prieto siguió junto a su familia el juego de la Vinotinto contra Ecuador.cortesía

Ecuador vs. Venezuela | Llaneros cantaron el himno lejos de Caracas: otra vez será

Hinchas venezolanos vivaron a la Vinotinto en su derrota contra Ecuador por las eliminatorias sudamericanas

Gloria al bravo pueblo, que el yugo lanzó… Escrito por Vicente Salias en 1810, esta cita es el ADN del himno nacional venezolano: les une, motiva y fortalece, dentro o fuera de su paisaje; mande quien mande. Un intenso ritual para ser venezolanos, lejos de casa.

Cantan su himno como bolero: se abrazan, miran al cielo, se arropan con su bandera. A poco del partido ante Ecuador, la Vinotinto les convoca. En la previa, a miles de kilómetros de su Caracas, Ángel Prieto lanza vivas y mima a su hija Mariangelis.

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Lejos de Táchira, Leandro Cárdenas cuadra su teléfono para mirar el juego. “El himno te regresa casa, te da fuerza, te anima a ganar, a seguir en la lucha con entereza, con los valores del pueblo”, se emociona.

La selección venezolana de fútbol salta a la cancha de Casa Blanca. Erguidos, dispuestos a la batalla: sudarán su camiseta alterna, una blanca con rayas rojas. Ante la Tri se juegan mucho, de lo poquito que les queda para el sueño mundialista.

Ángel el carpintero, Enner el goleador

Enner Valencia de Ecuador celebra su gol, en un partido de las eliminatorias sudamericanas para el Mundial de 2026 entre la Tri y VenezuelaSTR / EFE

La esperanza es propia a la vida, es la vida misma, defendiéndose: Julio Cortázar. Con sus maletas llenas de ella, con incertidumbre y miedo, dejaron Venezuela.

Angelito trabajaba de sol a sol en su taller de carpintería: ya son seis años y medio a la sombra del Pichincha. Leandro era militar y tecnólogo ambiental en Táchira.

En Casa Blanca los llaneros pelean, pero Ecuador se va imponiendo. Los hombres del DT Batista se multiplican, centímetro a centímetro. Se salían con la suya, hasta que Enner culminó, con goles, la estrategia de Beccacece.

A los 39 minutos, con afortunado remate que, desde un cerrado ángulo derecho, pero picando antes en la grama; supera a Romo. Y a los 46, convirtiendo en gol un error fatal de Cásseres: corrió como antílope y, en el mano a mano con Romo, le picó el balón sobre su espigada humanidad.

Como lo miras en tv

Leandro miró el partido pegado a su teléfono. Ángel cerquita a su tv, en el sillón de su casa, alternando con el control de las tareas de colegio de su hija. El fútbol crea un nirvana, un pequeño lapso en que la aguerrida esperanza nos agita el alma.

Ángel es conserje en un condominio del norte de Quito. Leandro es, también, diseñador gráfico y artista plástico; los dos son colegas y hermanos del día a día. Los vecinos del enorme edificio los han recibido bien: su desempeño es mundialista. Extrañan la tierra, Leandro las arepas y a su madre Carmen Teresa. Angelito, a mamá, Aitza.

Al minuto 68, Romo tumba a Plata y el árbitro Abatti sentencia que eso, se paga con penal. Enner elige patear suave no más y a un costado, al que, fresco no más, llegó Romo. Su paisano Angelito, casi abrazando su tv, gritó con alegría: ¡wowwww!

Cádiz, su chilenita pegó en el alma

Tras el fracaso de Enner, los llaneros se revelan. A los 89, Cádiz, con acrobática chilena, acorta distancias. El pito brasileño añade 7 minutos: el 2-1 es una película de final abierto.

¿Y si le sale una a Soteldo? Casi a los 96, hizo asustar. En la grada, la disputa se mira con dientes apretados. El árbitro pita, todo tiene su final. Los venezolanos pasaron de la tristeza a la efímera euforia y, de ahí, al silencio de la derrota.

El pasado viernes, otra vez, la Vinotinto les recordó que cada minuto ha de jugarse como el último de una final; que se gana y se pierde, en el fútbol y en la cancha inclinada de la vida: se parecen, así mismo es, toca dar pelea.

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