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Los hinchas sufrieron mucho durante el juego mundialista entre Ecuador y Senegal que determinó la eliminación de la Tricolor,GUSTAVO GUAMÁN / EXTRA

A trabajar con el corazón partido por la Tri

Los hinchas en Quito pasaron del optimismo inicial al silencio total tras la caída ante Senegal que puso fin al sueño mundialista.

El ruido que caracteriza las mañanas capitalinas por el transitar de autos y personas hacia oficinas, clases o a realizar diversos trámites fue desapareciendo el martes 29 de noviembre cerca de las 10:00.

Los aficionados buscaron el mejor lugar para seguir el juego de la Tri ante Senegal. En algunas empresas se permitió que los empleados se reúnan para ver el partido, mientras que otros optaron por acudir a restaurantes y bares que abrieron sus puertas temprano.

A diferencia de anteriores encuentros de la selección se divisó a menos personas con la ‘piel de la Tri’, al ser un día en el inicio de semana. Eso se reflejó también en la venta de las camisetas que no fue igual a la de los duelos ante Catar y Países Bajos.

Pero el optimismo por un triunfo del combinado nacional volvió a ser la constante. A las 10:00 se redujo el pasar de ciudadanos y vehículos por las calles de la capital y aumentaron los gritos en favor de la Tricolor. José Ochoa llegaba corriendo a su casa en el centro de la urbe, cargando a su perrita Bolita, que llevaba ropa con los colores amarillo, azul y rojo.

El primer gol africano hizo que empiecen a aparecer las caras largas que al inicio del segundo tiempo fueron cambiando al ritmo del ‘Sí se puede’. El empate de Moisés Caicedo dibujó sonrisas, pero el rápido golpe de Senegal provocó un silencio absoluto que se mantuvo hasta minutos después del pitazo final.

La venta de camisetas no fue buena en la plaza Foch.GUSTAVO GUAMÁN / EXTRA

Con tristeza, Karina Ramos se lamentaba que “es feo ir a trabajar con el corazón partido”, mientras otras personas se reunían en los exteriores de oficinas, restaurantes y bares para comentar sobre el partido.

A la par, doña María recogía las camisetas que no pudo vender en la plaza Foch como una muestra más del fin del sueño mundialista.