Fue la mujer de un entrenador exitoso en Ecuador, pero las esposas de los DT poco hablan, poco se dice de ellas. Pero cuando se les jala la lengua... ufff, tienen mucho que hablar. Y así se desmanda:

La nómina de un equipo de la serie A era grande. Todos los chicos querían ser titulares, pero había uno en especial, era un ‘blanquito’ que soñaba con ser estrella.

Mi esposo decía que el chico era bueno entrenando, disciplinado, no decía malas palabras, se echaba perfume que daba miedo y hablaba bien en los medios, pero la verdad de todo es que como jugador no iba a dar nunca.

Tenía 21 años y quería ser jugador, su gran sueño. Un día llegó su padre a visitar a mi esposo. Es raro que los padres de los jugadores hablen con el entrenador. Ni que fuera escuela.

Aquella noche, el papi fue claro con mi esposo, le dijo que quería “obsequiarle” una casa, pero siempre que su hijo debute y juegue. Le estaba solicitando que aunque no sea de titular, al menos que entre al cambio. Mi marido estuvo a punto de decirle sí, pero no. Solo le expresó que debía seguir entrenando y que su oportunidad se iba a dar.

Había días que él decía que se arrepentía de no aceptar el ‘regalito’, se lamentaba. Lo peor de todo fue a mitad de año, lo sacaron del equipo y se quedó sin trabajo, sin el regalito y mal visto por aquel padre que deseaba “invertir” en el trabajo de su hijo.

Un año después, mi esposo se encontró con el jugador. Los dos estaban desempleados, al chico lo habían sacado del equipo de primera, estaba en segunda categoría, buscando que lo hagan debutar.

En realidad el chico era malo, dos años más tarde se despidió del fútbol. El sueño en la cancha nunca se cumplió. Ni la casa llegó.