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Historias de la vida real de nuestro fútbol.Archivo

La columna de la ex: ¡Dejó de ser humilde!

Las historias más locas que pasan dentro de las familias de los jugadores.

Un mes antes de que lo llamen a jugar al Ídolo era el chico más tranquilo de la ciudadela Pradera, el más amiguero, todo porque era un jugador de fútbol.

Era mi novio y la verdad que lo que medio ganaba en el equipo de segunda nos alcanzaba para salir y comprar una salchipapas con cola; además, los 14 de febrero, que fueron tres, solo me regalaba peluches.

Pero cuando se dio lo de Barcelona sucedió algo que le cambió la vida. Fue una locura llegar al equipo amarillo. No ganaba el megasueldo, tampoco llegaba a los 1.000 dólares. Su salario era bajo.

Pero solo con decir que estaba en el Ídolo el tipo cambió, dejó el sur, la casa de sus padres, por irse a vivir al norte de Guayaquil. Eso le significaba desembolsar el 50 % del sueldo, era algo que no entendía.

Dejamos las salchipapas y ahora comíamos sushi. Tampoco andábamos en el bus de la línea 3, solo usábamos taxis, ya no comprábamos en la tienda de la esquina y llegábamos con fundotas de los supermercados.

En realidad dejamos de ser humildes y pasamos a ser ‘lamparosos’. No lo podía creer, el amor de mi vida dejó la sencillez por un falso comportamiento económico y comenzó a usar las tarjetas de crédito que daba miedo.

Al final del año estábamos quebrados, la deuda rebasaba los 10.000 dólares y nos tocó volver como el hijo pródigo al lugar de donde éramos.

Fuimos adefesiosos sabiendo nuestra chirez. Al final la vida nos pasó factura, mi amorcito dejó Barcelona y volvió a jugar en la segunda categoría, todo lo experimentado fue una ilusión y nada más.

La vida de jugador rico y famoso nos duró un año y con la venta de un bien como herencia pagamos las deudas de las tarjetas de crédito.