La historia de Segundo Castillo al frente de Barcelona parecía escrita para un final feliz. Con una pretemporada ambiciosa en puerta, que incluía Noches Amarillas en Guayaquil, Quito y Nueva Jersey, el futuro del equipo amarillo pintaba auspicioso bajo su dirección. Sin embargo, como en todo buen relato, un giro inesperado truncó el camino hacia la gloria.

La negociación para renovar el contrato de Castillo se convirtió en un verdadero rompecabezas. El entrenador, quien había demostrado su valía al frente del equipo, aspiraba a una remuneración acorde a sus logros y responsabilidades.

La propuesta inicial de Barcelona SC, aunque incluía compensaciones adicionales, quedó muy por debajo de las expectativas del estratega. Las diferencias económicas, insalvables en esta ocasión, marcaron el punto final de su ciclo en el club. Se supo que Castillo pasaba de los $ 4.000 como director de juveniles, y como entrenador oficial la cifra bordeaba los $ 17.000, pero le estaban dando la mitad al inicio.

Castillo, quien había pasado de ser asistente técnico a convertirse en el timonel de un equipo histórico como Barcelona, se despedía tras una etapa marcada por la estabilidad y los resultados positivos. Con solo dos derrotas en doce partidos y un triunfo histórico de 8-1 sobre Cumbayá, el entrenador había ganado el respeto de la afición y la confianza de la directiva.

Lamentablemente, el fútbol, como la vida misma, está lleno de imprevistos que pueden cambiar el rumbo de las cosas en un abrir y cerrar de ojos.

La salida de Segundo Castillo representa una pérdida para Barcelona SC, que se ve obligado a buscar un nuevo entrenador en medio de un proyecto deportivo que parecía encaminado. Sin duda, esta historia quedará marcada en la memoria de los hinchas como un capítulo lleno de promesas y de oportunidades perdidas.

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