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El ambiguo anhelo de Ermen Benítez
La Pantera, como también se lo conoce al máximo goleador de los torneos nacionales, tiene una mezcla de sentimientos entre la imbatibilidad de su récord y cómo se esfuma el clásico ‘9’
Hace 25 años que Ermen Benítez decidió darle una tregua a los romperredes activos con su retiro, para que se acerquen al menos a su récord de goles, pero esas 191 anotaciones aún son lejanas para los futbolistas contemporáneos.
Con un poco de vanidad responde que siente orgullo al seguir liderando la tabla de artilleros históricos de los campeonatos nacionales; pero también con sangre fría, esa de la que hacía gala para batir a los arqueros rivales, analiza que esto se debe al hecho de que los ofensivos ecuatorianos ahora son transferidos prematuramente al balompié del exterior, algo que no pasaba en su época de jugador.
“Sí me pone feliz que mi récord siga imbatible, pero en cierta forma es porque los goleadores se van jovencitos a otros países”, reconoce la Pantera, apodo que se ganó por su estilo de juego, sigiloso pero siempre letal.
Pero Ermen, hoy con 59 años, no siempre jugó en Ecuador. Fue el primer tricolor en fichar por un equipo español. Lo hizo en el Xerez de la frontera, de la Segunda División, en el que dice que le fue bien, aunque le faltó adaptación. Incluso cuenta que el Sevilla quiso comprar su pase cuando le marcó dos goles en un certamen que mezclaba equipos de varias categorías, pero no se dio porque El Nacional, dueño de sus derechos, pidió “más dinero de lo que solicitaba al Xerez por contratarme de forma definitiva”.
El atacante recuerda que llegó al clímax futbolístico vistiendo la camiseta de los militares, con los que marcó 154 goles en dos etapas. Deja de lado ese egoísmo que según el viejo adagio del fútbol debe tener todo goleador y no oculta cierta molestia en que debido a la extinción del clásico centrodelantero ‘9’ nadie le haga pelea en el primer lugar.
“Los récords no son para siempre, pero ahora es difícil encontrar un centrodelantero neto porque se juega con una sola punta. Al número ‘9’ casi no se lo abastece y los goles quedan para los volantes con llegada. El ‘9’ pivotea para que entre el ‘10’, los punteros; pero como antes se jugaba con tres delanteros, luego dos y ahora uno, quedan muy solitarios arriba. Siempre uno quiere que llegue alguien que lo impresione y tal vez sea mejor”, confiesa, pero hasta eso, la marca sigue siendo del también exjugador de Barcelona, que recuerda que su padre Rogelio Benítez lloró cuando fichó por los canarios porque “quería que vaya a Emelec, pero así es el fútbol”.
Con los toreros consiguió 19 goles y cree que pudo haber logrado más, pero “me dejaban para el cambio, hacía goles y al siguiente partido ya no me ponían; sin embargo, nunca me peleé con ningún entrenador, el respeto mutuo siempre estuvo presente”, dice la Pantera, quien completa su cifra goleadora con las 12 dianas marcadas con el Green Cross, cinco con Liga de Portoviejo y una con Liga de Quito.
Pero Benítez pelea para que le reconozcan los 59 goles que marcó con Calvi en Segunda División, “algo que definitivamente no va a ser”, dice con una carcajada picaresca.
De los tiempos actuales, se identifica mucho con Brayan Angulo, de Xolos, y Michael Estrada, que milita en el Toluca. “Es vivo, despierto, rápido y encarador”, sostiene con los ojos iluminados, aparentemente queriendo volver a jugar como antes y ganar más trofeos, esos que no puede mostrar en la sala de su casa, ubicada en Guayacanes, porque su esposa Katty González “no me deja”, cuenta entre risas y en voz baja para no ser escuchado, y que las pocas copas que exhibe salgan de la repisa de su domicilio.
Totalmente repuesto de un infarto sufrido en el 2014 y con estrictos cuidados debido a la pandemia de COVID-19, se mantiene dando clases por ahora vía Zoom a sus alumnos de la Escuela Ermen Benítez, a la que espera volver en las canchas de Los Samanes “cuando todo esto pase”, para encontrar a su sucesor, ese que en silencio añora por su llegada, aunque por ahora Ermen disfruta de su trono.
Los ojos se le ponen vidriosos y la mirada de la Pantera se vuelve tímida, como si quisiera observar hacia adentro, tal vez buscando respuestas por la partida de su hijo Christian Benítez hace más de siete años. Es que las dudas en el padre del Chucho siguen latentes por la irreparable pérdida del otrora goleador de El Nacional, Santos Laguna, América, la selección ecuatoriana, entre otros equipos.
El dolor de Ermen continúa intacto y ya prefiere no profundizar sobre su fallecimiento, pero pese a que se le entrecorta la voz, toma fuerzas y dice tener la esperanza de que algún día se sepa lo que ocurrió en realidad ese 29 de julio del 2013, en Doha (Catar), cuando una falla cardíaca, según la autopsia, le quitó la vida. “Hay cosas de las que ya es mejor no opinar. Para todo padre es doloroso. Algunos doctores dicen que no fue cuestión de un infarto, pero nunca lo podremos saber porque desapareció hasta su médula, pero para Dios no hay nada oculto”, dice Ermen, quien no tiene fotos visibles de su difunto hijo en la casa porque “después aparece el llanto”.
Sin embargo, pone un mejor semblante cuando la gente recuerda al Chucho, sus goles y su alegría, algo que nunca faltaba en el exdelantero, que falleció a los 27 años, pero lo hizo para convertirse en leyenda.