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Buena Vida
La desesperante necesidad de WhatsApp con los profesores
La tecnología se ha vuelto un problema. Padres, alumnos y profesores están hiperconectados.
Wasapear con alguien se ha vuelto de lo más normal. Incluso cabe hacerse la pregunta ¿Queda alguien libre de WhatsApp? Pues ni las madres lo están y mucho menos los profesores. Este tipo de mensajería instantánea en los celulares ha conectado a medio mundo en las aulas.
Ese gusto por escribir a toda velocidad con los pulgares está a un solo paso del hartazgo. María Domínguez por ejemplo, se cansó cuando en uno de esos grupos de WhatsApp le empezaron a llegar fotos y videos sin sentido, de paso también cadenas religiosas: “Me he botado dos veces de allí”.
Ella es madre de familia de dos, una niña de 4 y un joven de 13. Los mensajes que intercambia con los del curso de inicial son los peores: “Ponerse de acuerdo entre 20 personas para comprar trajes en las festividades es un problema. Es difícil coincidir en criterio y presupuesto”.
Lo cierto es que aunque incomoden y hagan sonar al celular durante todo el día, según Julia Cáceres, otra madre de familia se trata de “un mal necesario”. “Estoy al tanto de todas las notas, de todo lo que pasa con mi hijo las 24 horas”. La profesora de su hijo fue quien tuvo la iniciativa y es ella quien administra la cuenta. Julia reconoce que hay días que las quejas por ese medio son excesivas.
Marcela López es docente en Neurociencias y aconseja tomar esta hiperconectividad con calma. Es una ‘pelea’ en la que ella también está envuelta por tener dos hijos y por eso, conoce de sobra sus falencias:
- Cuando eso se transforma en un medio de comunicación continuo da para malentendido, sobreuso, despersonalización de los padres en la institución.
- El WhatsApp ha reemplazado responsabilidades de los chicos.
- Se desconoce quién está en el chat, no sabes con quién te estas comunicando.
- Desde allí los padres quieren regular lo que sucede en las escuelas, estar presentes, pero sin estarlo.
El WhatsApp ha dado tanta cercanía a padres, alumnos y maestros que no hay tarea oculta o pendiente que se quede sin hacer. Carmen Paredes es maestra de escuela, no administra grupos, pero la han incluido en uno. Dice que la modernidad terminó por ganarle.
La receta que aplica para no caer en discusiones sigue tres pasos: “Hay mamitas que quieren estar en todo, a veces se van de palabras. Yo soy cortante y bien directa”. Lo último es no perder la costumbre de los comunicados por escrito. Esos son los mensajes oficiales.
De su experiencia en las aulas cuenta que lo que debería ser excepcional para un niño enfermo o que falta por alguna razón a clases, se vuelve una cadena entre todos: “Ellos me ven que tomo fotos y son demasiados despreocupados y ya no quieren copiar”.
A pesar de lo conflictiva que pueda resultar la herramienta, Marcela asegura que hay formas de resolverlo o al menos, optimizarlo:
- En el grupo no hay que poner en evidencia a nadie.
- Debe ser operativo; tal cosa y tal cosa; estoy en tal lado y listo.
- Un chat sirve cuando los niños tienen que hacer un grupo y se coordinar por ese medio lo que van hacer.