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Trastornos de conducta: los tres más comunes en los niños

Los infancia tiene sus desafíos.

Cuando el niño siente miedo, vergüenza o rechazo a expresar sus emociones probablemente esté fallando su salud mental. Los trastornos de conducta más significativos y conocidos en niños son: el negativista desafiante, el explosivo intermitente y el de conducta.

Entre ellos, puede haber una línea muy fina para su diferenciación, puesto que hay ciertos trastornos que comparten criterios o características clínicas similares y suele confundirse su diagnóstico. El psicólogo clínico Jean Carlos Martínez menciona que, a veces, pueden confundirse diagnósticos como los mencionados y el TDAH (Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad), que últimamente es más común en los niños y que suele compartir ciertas características como la irritabilidad, el enojo, la poca tolerancia a la frustración y la dificultad para comprender o acatar las normas de los padres.

No obstante, mientras más temprano se haga una valoración diagnóstica, mejor pronóstico para el niño.

TRATAMIENTO

Es importante que se trabaje con un psiquiatra infantil (en aquellos casos que se requiera una medicación específica para los síntomas que el profesional considere); un psicólogo clínico que tenga conocimientos en psicoterapia con niños y que pueda implementar recursos como el entrenamiento de habilidades sociales (para mejorar el desenvolvimiento del niño con su entorno), técnicas cognitivas (para reestructurar ciertos patrones de comportamiento a partir de la interiorización de nuevos conocimientos); un terapeuta familiar que ayude a la familia a comprender el desarrollo de la problemática y brinde recursos para utilizarlos a nivel grupal; en ciertos casos también, un nutricionista infantil, puesto que hay ciertos alimentos que hacen que los niños estén un poco más ansiosos, impulsivos o inquietos.

Más de cerca

- Negativista desafiante. El niño presenta una actitud “vengativa” o “desafiante” hacia la autoridad, sus padres, amigos y entorno en general; suele discutir mucho, rechaza constantemente el satisfacer a los demás y se enfada con facilidad; debe presentarse por lo menos unos 6 meses para poder determinarlo.

- Explosivo intermitente. Sufre de arrebatos recurrentes y magnificados de comportamiento (es decir, que son bastante desproporcionados), mismos que pueden incluir: agresiones verbales y físicas; básicamente, los niños suelen ser hipersensibles ante cualquier desencadenante externo y, por consiguiente, sus arrebatos emocionales suelen ser muy fuertes. Dependiendo de los síntomas, estos pueden presentarse por lo menos unos 3 a 12 meses. v De conducta. Presenta otro tipo de criterios clínicos que pueden ser más preocupantes para los padres, por ejemplo: el agredir a una persona o animal voluntariamente, cometer robos o daños a la propiedad, engañar y mentir para obtener lo que quiere y no obedecer o hacer caso a la norma (puede escaparse de casa, faltar a la escuela, etc). Suele presentarse en niños un poco más grandes, a partir de los 10 años.

El especialista

Los trastornos de conducta en los niños no son una sentencia de vida ni una etiqueta para ellos, y ningún tipo de trastorno o dificultad debería serlo, ya que eso no favorece algún pronóstico futuro. Si bien se escucha o se dice que hay que dejar que los niños sean niños, lo cual es bastante cierto, es importante que los padres estén atentos a estos cambios repentinos en sus comportamientos para poder actuar de manera adecuada y sobre todo, a tiempo.

Hay que tener cuidado con los trastornos.Canva

Lo que siempre recomiendo a los padres, cuando vienen a mi consulta por algún tema conductual o emocional es lo siguiente:

- Analizar cuál es el tono, la forma y el tipo de lenguaje que nosotros como adultos utilizamos con ellos; recordemos que los pequeños aún se encuentran emocionalmente inmaduros y es necesario transmitir los mensajes de manera adecuada. A veces no entienden lo que tratamos de comunicar por estar estresados, cansados o muy angustiados.

- Recordar que, así como hubo un tiempo de desarrollo de los problemas de conducta, asimismo se da el tiempo de las intervenciones terapéuticas. No siempre encontraremos resultados inmediatos, pero sí progresivos. Es importante que los padres apliquen las recomendaciones que el profesional les indique para actuar de manera inmediata y, poco a poco, obtener resultados desde la casa hacia los demás espacios.

- Establecer rutinas y horarios para cada actividad que tengan dentro o fuera de casa, así ya todos están al tanto de las órdenes del día. Asimismo, es bastante positivo que los niños practiquen algún deporte que les enseñe aún más sobre normas y límites, ya sea artes marciales, jiujitsu, fútbol, etc.

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- Para los padres, la terapia personal o familiar también es un recurso indispensable. Muchas veces nos dejamos guiar por la experiencia de familiares o amigos que no viven la misma realidad en sus hogares y termina por no funcionar para nosotros. En sus terapias pueden aprender sobre técnicas de manejo de la frustración, para la contención emocional y para el diálogo entre padres.

Jean Carlos Martínez, psicólogo clínico, graduado en la Universidad Católica Santiago de Guayaquil, diplomado en evaluación psicológica y en intervención con niños y adolescentes.

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