Exclusivo
Buena Vida
Trastorno disfórico premenstrual
Más del 5 % de las mujeres luchan contra estos debilitantes síntomas. Conoce las estrategias para gestionar los cambios emocionales y físicos.
María se despierta temprano por la mañana para ir a su trabajo, como habitualmente lo hace. Estira los brazos, se ducha y elige la ropa que usará para salir. Parece solo un día más en su rutina, pero a medida que su conciencia se despierta, comienza a sentir una creciente angustia. A lo largo del día experimenta una montaña rusa de emociones que la dejan exhausta. La fecha en su calendario indica que dentro de unos días llegará su periodo y de inmediato reconoce que ha comenzado su viaje por el laberinto del trastorno disfórico premenstrual (TDPM), que le fue diagnosticado hace más de un año.
Su historia, lamentablemente, es compartida en silencio por millones de mujeres. El trastorno disfórico es una exacerbación severa de este síndrome, caracterizado por un conjunto de síntomas físicos y emocionales que pueden dificultar las actividades diarias de quienes lo padecen. Los rasgos son similares en ambos casos, pero en el trastorno disfórico son mucho más intensos y duraderos. Así lo explica la endocrinóloga María Andrea Álvarez: “Las mujeres que padecen este trastorno pueden sentirse extremadamente irritables y deprimidas. Experimentan episodios de angustia extrema y ansiedad. También se hace presente el dolor, tanto físico como emocional”.
La especialista afirma que estas afectaciones están vinculadas a una elevada desregulación hormonal. El estrógeno, la progesterona e incluso la testosterona sufren alteraciones que dificultan el buen mantenimiento de la salud física y mental. “Producto de este desbalance se producen afectaciones en el estado anímico, generando problemas en las relaciones domésticas, laborales y sociales”, continúa.
Si bien los síntomas físicos más comunes incluyen distensión abdominal, dolores de cabeza y sensibilidad mamaria, el verdadero torbellino se encuentra en el aspecto psicológico y emocional. Según el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales, los profesionales de la salud deben considerar al menos cinco síntomas presentes, en mínimo dos ciclos sintomáticos.
“Es importante tener conocimiento y observación de los síntomas previos, durante y después de la menstruación. Estos incluyen labilidad afectiva, elevada irritabilidad, estado de ánimo deprimido, ansiedad, sensación de desesperanza, así como disminución del interés en actividades placenteras, dificultad para concentrarse, letargo y cambios en el apetito”, detalla la psicóloga y especialista en salud mental María Belén Sucre.
De acuerdo con el BMC Women’s Health, más del 30 % de las mujeres con TDPM también experimentan un deterioro en su rendimiento laboral o académico, lo que puede afectar su autoestima y aumentar el riesgo de abuso de sustancias o cometer suicidio. Es por esto que su prevención y tratamiento representan una prioridad para el personal de la salud. La terapia psicológica puede ser beneficiosa para aprender a manejar las emociones y los pensamientos negativos asociados a este trastorno.
Combinada con un estilo de vida saludable, una dieta equilibrada y actividad física, se puede mejorar significativamente la calidad de vida de la paciente. No obstante, para aliviar los síntomas emocionales apremiantes, es común recetar medicamentos como antidepresivos. “El tratamiento farmacológico debe ser supervisado por un médico autorizado, ya sea en ginecología, obstetricia o en este caso psiquiatría”, concluye la psicóloga María Belén.
A menudo, estos trastornos son minimizados o malinterpretados como simples cambios de humor o ‘histeria hormonal’. Esta falta de comprensión y empatía hacia las mujeres que experimentan síntomas emocionales intensos durante su ciclo menstrual puede generar un ambiente de invalidación y silenciamiento.
Por ello, lo recomendable es que las afectadas enfrenten los síntomas del ciclo menstrual en un entorno que les brinde comprensión, empatía y un espacio seguro para compartir sus experiencias, solo así lograrán vivir en equilibrio y plenitud durante todos los días del mes.
EL SÍNDROME DE SAMPSON
Aunque se desconocen las causas que generan el trastorno disfórico, los expertos en salud apuestan por ciertas teorías. Para la doctora Milanghela Calderón, especialista en ginecología y obstetricia, esta afectación del ciclo menstrual está relacionada al síndrome de Sampson: “El tejido menstrual, en lugar de fluir hacia la vagina y salir al exterior como es habitual, migra hacia la cavidad pélvica a través de las trompas uterinas, lo que genera dolor pélvico crónico y endometriosis. Esta afectación está asociada al pico hormonal de estrógeno durante la fase ovulatoria y desaparece en los días de la menstruación. Es importante establecer una correlación entre ambos padecimientos”.
La psicóloga María Belén Sucre destaca la importancia de distinguir, de la mano de un profesional, los síntomas del trastorno disfórico y el síndrome premenstrual común. “Hasta el momento, solo del 3 al 5% de la población femenina experimenta realmente el TDPM. Aunque ese porcentaje puede parecer alto a nivel mundial, es significativamente inferior al del síndrome premenstrual, que afecta al 75 % de las mujeres jóvenes y con el cual se podría confundir”.
Experiencias
“Tengo una condición que hace que produzca más sangre de lo normal. Cuando llegan esos días difíciles, debo de tener especial cuidado, porque no se sabe si será una regla normal o una en la que puedo descompensarme hasta el desmayo”. Fiorella Rivera
“Muchas personas no entienden los procesos del ciclo menstrual. Te piden que no exageres, que busques una pastilla o una compresa caliente y te muevas, pero va más allá. Los cambios emocionales pueden llegar a ser realmente muy bruscos”. Emily Chungata
“Mi primera regla fue a los 11 años. Nunca sentí dolor, hasta que cumplí 18. Luego de eso tuve los síntomas normales. Utilizo medicina natural para controlarlos, en especial la zaragoza, una planta que mi tía traía de las fincas y me funciona”. Maholy Galarza