Juana Beltrán, moradora de la comuna Bambil Collao, al norte de Colonche, provincia de Santa Elena, se postró ante la imagen del Señor de la Aguas que fue llevada a la iglesia de su población en el tradicional recorrido que se cumple en la parroquia.

Después de santiguarse, la mujer, de 65 años, agradeció a su santo, pues ella está segura de que este la salvó de la pandemia de la COVID-19. Estuvo muy enferma y le imploró tanto que consiguió su mejoría sin acudir a un centro de salud.

“La fiebre me mataba y empecé a orar. Yo sé que escuchó mis súplicas, fueron 15 días de padecimiento y al final mi santito me hizo el milagro”, comentó Beltrán mientras acariciaba la efigie y luego se frotaba su cuerpo.

En Monteverde, otra de las comunidades a donde trasladaron la imagen, creyentes formaron largas filas para poder tocarla. Ellos creen que al hacerlo tendrán protección. “Protege a mi familia, Señor de las Aguas. Padre milagroso, te imploró que todo pronto vuelva a la normalidad”, decía el feligrés Luis Gonzabay.

El Señor de las Aguas es patrono de las poblaciones de Colonche y de la zona rural peninsular, lo consideran el santo más milagroso porque les provee de lluvias para que la tierra produzca.

Este año al igual que en el 2020 no habrá festejos con la presencia de devotos en la población de Colonche, por eso se ha optado por llevar la imagen a los poblados para que los devotos puedan orar.

Luego del periplo por las comunas, denominado Recorrido de la fe, la representación será llevada a todos los barrios de la cabecera parroquial de Colonche para los rezos y velorios.

La senda religiosa culminará el 28 de mayo, y el 30 de mayo, día de sus fiestas patronales, la efigie permanecerá en la iglesia matriz de la parroquia.

Imagen fue encontrada en una laguna

Esta devoción data desde la conquista de los españoles a la zona peninsular. Según relatos de los ancianos, la imagen fue encontrada en una laguna donde se bañaba el cacique Colonchis, quien dominaba la tribu y era rico en oro.

Los sacerdotes que acompañaban a los europeos lo denominaron El Señor de las Aguas.

Por la extendida devoción,  entre 1950 hasta finales de la década de los 90 se convirtió en el santo más millonario de la costa por las ofrendas que le dejaban los creyentes.

Además de ganado vacuno, caprino y cientos de ejemplares de caballos, los devotos donaban oro, plata y dinero.

“Varias personas trabajaban para el patrono en el cuidado de sus animales, pero cuando llegó la sequía todo se fue terminando”, recuerda el octogenario Onofre Ascencio.