“Penitencia para el que llega al final de la carrera”, probablemente ese tipo de retos los hizo usted, su padre o su abuelo, cuando eran adolescentes. En la actualidad hay desafíos virtuales que realizan los muchachos, eso los atraería, los ‘seduce’ el like (me gusta).

Hay unos que son inofensivos, otros que respaldan causas sociales, pero existen varios que pondrían en riesgo la vida e integridad de sus hijos.

Tales como la ballena azul (tareas por 50 días y se incitaba al suicidio); el de la canela (aspirarla en polvo, sin agua, esta causaba ahogos, ataques de asma, hasta cicatrices en pulmones).

Hoy es conocido el reto de clonazepam, ingerir ansiolíticos y quien tarde en dormirse gana, lo cual podría ocasionar intoxicaciones, incluso la muerte, si se pasa de la dosis.

“La adolescencia es la etapa en la que se le da relevancia a lo que hacen sus pares (contemporáneos), tendiendo a copiar conductas, independientemente si son de riesgos o no. Su cumplimiento puede dar protagonismo o jerarquía mayor entre sus amigos. Al estar en un proceso de cambio hormonal, la adrenalina está en un pico alto que impulsa a hacer actividades que generen grandes emociones”, explica la psicóloga clínica Eliana Segura.

Quienes caerían en la práctica de estos retos serían adolescentes y jóvenes con baja autoestima, quienes tendrían miedo al rechazo y buscan llamar la atención de sus padres y sus contemporáneos, sostiene la orientadora familiar Karina Sánchez.

“La mayoría de los retos son sin supervisión de algún adulto. Se dan cuando los chicos se hallan solos en sus dormitorios o casas. De ocurrir algún evento de riesgo, las probabilidades de prestar ayuda son mínimas, incluso podrían darse casos mortales”, alerta Segura. 

Los 'cachan' después...

Por lo general, los padres descubren los retos después que los chicos ya los han hecho.

“Unos lo harían cuando revisan el celular de sus hijos; otros los ‘cachan’ por medio de las redes sociales, aunque los jóvenes suelen bloquear a sus progenitores, pero siempre se filtra el material a través de un primo, un amigo”, manifiesta la psicóloga clínica.

Lo que sí puede darse, según la experta, es que se le pueda encontrar ansiolíticos en la mochila u otro objeto de algún reto (canela, navajas, etcétera).  

EXTRAtips:

1. Enséñales a diferenciar entre los retos inofensivos y los peligrosos. Que piensen antes de actuar. Si logras hacerlo, los estás psicoeducando. Ayúdalos a discernir si deben o no hacerlo. Formula preguntas para que ellos las interioricen y respondan: ¿Qué reto es y qué hay que hacer?, ¿es peligroso?, ¿me arrepentiré de hacerlo?, ¿se lo realiza por placer o me siento obligado?

2. Pilas con el acceso a internet y redes sociales en los niños. Ellos no tienen un criterio formado y son vulnerables a copiar conductas y generar situaciones de riesgos para sí mismo o personas de su entorno. Habla con ellos sobre el tema, no los excluyas, ni esperes a que “crezcan” para conversar al respecto. Usa un lenguaje sencillo.

3. Fortalece la autoestima y el autocontrol de tu hijo. El diálogo es esencial, de esta forma conocerás más a tu hijo y a sus intereses. Incentiva el pensamiento crítico en ellos ante la toma de decisiones y supervísalos, sin que sientan que los persigues.

4. Si tu hijo sabe si algún compañero está por realizar un reto, que lo cuente. Que lo comunique a su padre, madre o profesor, ellos sabrán qué hacer.