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De 'peloteadas' a emprendedoras educativas
María Alexandra Muñoz y Candy Mora fueron despedidas por la pandemia, pero el tiempo de crisis solo fue oportunidad para emprender sus propios centros educativos en Guayaquil
La licenciada en Ciencias de la Educación, María Alexandra Muñoz Cantos, ejerció su profesión desde el 2009, pero este año, por causa de la pandemia, fue cesada en sus funciones educativas. “De 11 maestras quedaron solo 4 en el centro educativo en el que laboraba. Con un mensaje de voz se me notificó que vaya a retirar mi liquidación”, manifiesta la maestra.
En ese momento hizo un alto en su profesión, pero no en su vocación, pues seguía instruyendo a su hija menor, Marita, de dos años, y un familiar de su suegra vio el amor y la paciencia con la cual instruía a su nena, por eso le pidió que hiciera lo mismo con su nieta, luego se sumaron los vecinos. Y es así como el 11 de mayo empezó ‘Mami maestra’ su ‘centro’ educativo, el cual actualmente tiene 24 alumnos, los cuales son divididos por edades: en la mañana de 3 a 6 años, quienes son reforzados en lo que a motricidad fina y gruesa, vocabulario y lenguaje se refiere.
En la tarde, van los niños más grandes, de 8 a 9 años, quienes son reforzados en sus conocimientos del año pasado y en lo que están recibiendo hoy en sus clases online. Muñoz emplea el currículum parvulario, la programación y contenidos del Ministerio de Educación.
Ambos grupos estudian cuatro horas diarias y a pesar de la ‘informalidad’ ella exige puntualidad en el ingreso de sus estudiantes y en la retirada de ellos. Asimismo en la entrega de sus tareas y otras disposiciones dadas por la ‘profe’.
La sala de la casa de su suegra ahora es su salón. La vivienda está ubicada en la Isla Trinitaria, Cooperativa Fuerza de los pobres, e inicialmente ella era la maestra titular y auxiliar a la vez: enseñaba y se encargada de limpiar y ordenar el ‘aula’, pues en varios rincones de la residencia son utilizados como rincones de aprendizaje, de lectura, de arte, entre otros. Sin embargo, hoy cuenta con la colaboración de una colega, quien también estaba ‘peloteada’, pero con las ganas de seguir enseñando. De lo que logra recaudar de los 25 dólares mensuales que cobra por niño, paga a su maestra.
Sus estudiantes son chicos de la zona y este emprendimiento le viene bien al sector, porque solo hay una escuela en el sitio.
Afirma que el dinero escasea en tiempos de pandemia, pero no la creatividad, por eso ella se las ha ingeniado, y ha utilizado elementos que se tienen en casa para ayudar a la motricidad de sus pequeños. Por ejemplo, en lugar de utilizar punzones, elemento que ayuda a la lectoescritura, Muñoz recurre a los bolígrafos que no escriben para trabajar en sus niños la habilidad ocular manual, así les da movimiento a la muñeca, lo cual les beneficia a la hora de escribir.
Otra ‘casa-escuela’
Luego de trabajar seis años consecutivos en el magisterio, Candy Mora, también es despedida y reconoce que la noticia le dio depresión, que las vio negras, pero su madre le dio el empujoncito y la animó a montar su escuela en su domicilio, la ciudadela Centro Vial, en la vía Durán Boliche. Y el 1 de junio arranca con este sueño, tener su propia escuela, la cual piensa oficializar con el tiempo.
Sus clases son de lunes a viernes y brinda dos servicios, estimulación temprana para los más pequeños, y control de las clases virtuales de los que están escolarizados, asimismo asiste a niños con déficit de atención y menores que no fueron inscritos este año lectivo.
Su alumnado está conformado de ‘pelados’ del sector, hijos de amigas y compañeros de las escuelas de sus hijos. “Como sabían que era maestra, solicitaron mis servicios. La satisfacción más grande es ver los resultados en los niños, sobre todo en los que presentan problemas de concentración”, revela Morán, quien dice cobrar algo simbólico, de acuerdo a las necesidades y el presupuesto de los padres de familia, no cuenta con un valor establecido.
Dato
'Mami maestra' fue la frase que le dijo su hija Marita, de esa forma la llamó y María Alexandra le pareció tan creativo que así decidió llamar a su emprendimiento. Mientras que Candy denominó a su centro 'Little Hands', pues con las manos de sus pequeños trabaja bastante.